martes, 31 de diciembre de 2013

Por las conversaciones genuinamente filosóficas. El arte como expresión del inconsciente colectivo.

- Creo que la poesía, igual que la música, dice lo que todos pensamos. La filosofía, por el contrario, dice lo que uno piensa, racionalmente. Aunque trate de abarcar algo colectivo, es una expresión en última instancia egoísta. En cambio, otras artes sirven para expresar algo sin necesidad de comprensión. Y por eso son artes libres. Libres de la imposición del ego. ¿Qué piensas tú?
- ¿Quieres decir entonces que las otras artes se expresan de un modo no - racional? ¿Opuesto a la filosofía? Creo que todas las artes son una representación del mundo de quien las crea, y que no se busca con ello que los otros comprendan. La filosofía, en cambio, busca solucionar algo, crear un sistema, digamos Hegel.
- Osea, que piensas justamente al revés que yo! :)
- Jajaja
- Pero Schelling o Heidegger (en realidad Gadamer, que es como el cuarto Heidegger) ven en el arte la nueva filosofía. En la poesía por ejemplo. Y lo ven como expresión subjetiva de algo objetivo. "Hay que interpretar el arte, dice Heidegger.
- Claro, ¿y no es lo mismo expresiones subjetivas de algo objetivo que representación del mundo?
- Pues sí.
- Y ¿estás de acuerdo con Heidegger?
- Él reclama una nueva forma de racionalidad que no deje de lado las artes. Reivindica nuevos modelos de verdad, la verdad del arte, de la historia. Verdades doquiera que haya movimientos dialécticos, en definitiva. Porque la dialéctica es subjetiva - objetiva, es alcanzar la objetividad desde la interacción subjetiva o intersubjetividad. Varias representaciones del mundo, por tanto, harían una cosmovisión compartida, lo que no es otra cosa que una definición de ciencia.
¿Recuerdas la frase de Hegel "comprender es comprenderse"? Creo que hay ámbitos del conocimiento objetivo - científico - académico que nos enseñan lo objetivo y en ellos nos vemos reflejados, e igual pasa con las obras supuestamente subjetivas, como el arte o la poesía. En esa medida hay que buscar la verdad en los dos caminos, no sólo la ciencia te va a enseñar. Así que aunque el arte genuinamente sea expresión de lo subjetivo o interior, luego cada cual lo puede aprehender con su noesis, y muchos experimentarán lo mismo. De ahí su objetividad, porque es una ciencia interpretable por todos. Habla sobre lo humano, igual que la ciencia, en la que todo remite al ser humano al final. Ambas nos enseñan cómo somos, ya sea por dentro, o por fuera, o en relación al universo o a dios. Todo lo que dice la ciencia, podría decirlo antes el arte. Esto lo expresa el adelantado a su tiempo, que exterioriza la esencia humana al poner su esencia en un producto artístico.

Feliz año.

Este año he sido feliz, al menos, la mitad del tiempo, y, así a ojo, triste la otra. Triste por mis nervios, mi sospechada bipolaridad, mi hundimiento emocional ante el mundo que me asusta, ante las miradas y cuchicheos ajenos (¡Ese es filósofo! ¡Debe tener un muy bajo concepto de sí mismo!), mi odio hacia mis defectos, mis años sin soltar una lágrima pero dolido interiormente. Vamos, como todos los años: cuando estoy jodido, pues estoy jodido. Pero el título es feliz año porque el balance es positivo, a pesar de mi -cada vez más ligero- equipaje dañado, extraviado, tacitúrnico.

Y si digo feliz año es porque este que se acaba ha sido así. Las razones de ello las he clasificado en tangibles y abstractas: las del primer tipo las enumeraré por respeto a lo que enuncian, pues si se explica o razona demasiado uno tiende a perder la razón, a simplificar demasiado y perder la auténtica perspectiva humana, con toda su riqueza, sobre las cosas. Éstas son Claudia, Álvaro, Gary, Pablo y toda la pandilla de Montpellier, la música que me pasó mi hermano al móvil, y el año de erasmus que ha hecho de mí un ser confiado. En último lugar pondría a Heidegger, que ha estado guay. Pero ahora vamos a lo que importa, a los cuentos, a las historias. Los hechos no hablan, meramente describen. Las historias, en cambio, no documentan, sino que te enriquecen como persona. El lenguaje es la casa del ser. Y mi lenguaje es, o al menos eso pienso, suficientemente completo para mi edad.

Mi 2013 se ha caracterizado por tres cosas. Una es el amor. La capacidad de amar, que desborda la de odiar y la de temer. El amor bien dirigido hacia todo hace la vida más agradable. Y cuanto más das, más puedes dar. Otra es la música. Este año la he mejorado mucho, y ha sido todo gracias a Álvaro, un gran amigo de la erasmus. La última es el deporte. El amor aúna así dos grandes pilares de mi vida, la guitarra y el taekwondo. Y el amor suele materializarse en cada acto diario, y encarnar mis palabras como reflexión anímica cuando escribo, ya sea doliente, sintiente, o viviente.

El amor. "And the more that I give, the more I like to give", cantaba un clochard de Francia. Bueno, tratándose de Francia, uno nunca sabe si se trata de un hippie o simplemente es pobre. Es curioso, a veces me expongo, saco afuera lo que me pasa por el fondo de la cabeza, digo algo más que lo que se suele decir, y la gente suele reaccionar violentamente. En el sentido de no dar una respuesta normal, sino que parece como si hubiera trastocado el ritmo de la conversación, porque ahora la respuesta no es inmediata sino que la gente ha de reflexionar. Han de pensar, bien para vetarme o tacharme de algo, bien para matizar, complementar o acompañar lo que yo digo. Tengo la sensación de que tengo un gran corazón, y cada día doy el 100% por extrovertirlo para cuidarlo y que crezca sano y fuerte. Este año he descubierto eso, y -¿casualidad que sea el 70 aniversario de El Principito?- que on ne voit qu'avec le coeur; l'essentiel est invisible aux yeux. Por lo tanto, hum, no hace falta explicar más, porque no con ello voy a decir más. También esto da que pensar, que mis amigas las palabras son un arma de doble filo, y son también enemigas del corazón en ocasiones puntuales. Pero, aunque a todo se le ponga nombre, hay nombres y nombres, y hay palabras que nombran lo innombrable, aunque sean impronunciables.

La música. Dicen que la voz es una de esas cosas que, bien usada como un instrumento, saliendo del alma y no de la cabeza, nunca decae, y es posible conservar y mejorar exponencialmente hasta ya muy entrado en años. Algo así decía Patrick Rothfuss en Crónica del asesino de reyes, que también ha de ser mencionado en el balance de mi año porque inclina mucho la balanza hacia el lado bueno. Una muy interesante reflexión sobre la música se lleva a cabo en los dos volúmenes publicados hasta ahora. Cómo tras la pérdida de un ser querido, o cualquier experiencia dolorosa -o tras el simple hastío de una media vida localizada, reprimida, con ansias de viajar y volar- la música te cura el alma. Y cómo llevar una canción en el corazón es un how - to - live; son dos cosas que plantea estupendamente el autor.

El deporte. ¿Por qué los españoles tenemos tanta afición futbolística? ¿Acaso es debido a que es usado como disuasión o evasión de la cruda realidad? ¿Acaso gusta sólo porque es una descarga de la ira de la conciencia colectiva? ¿Puede que sea usado como antaño lo fueran las carreras o luchas de gladiadores en el Imperio romano? En cualquier caso, teorías conspiranoicas -o al menos abstractas- aparte, el deporte mueve masas porque la gente ve en los deportistas esa fijeza en su mirada, ese porvenir decidido, esa realización de su destino que todos deseamos. Quiero ser como Beckham, pero sólo hay uno... Es por eso que en él me va la vida, es por eso que si Schumacher entra en coma, nos emocionamos. Y es normal: ellos son capaces de hacer aquello que los mediocres no han sido capaces. Un deportista es como un artista, es alguien que sacrifica su vida por hacer algo que le gusta. Y con el riesgo de practicar tanto que llegue a aborrecer la práctica en cuestión, se lanza sin más equipaje que su valor y su talento, a la aventura de salir del sistema capitalista y conseguir dinero por algo más que obedecer al mercado laboral. Es un osado porque, según lo que nos han contado, no busca una estabilidad económica hecha con el cálculo racional a que estamos acostumbrados. Es como el emprendedor que huele el negocio, y bien puede equivocarse y arruinarse.

Por ello, este fin del año 2013, levantaré mi copa a los músicos, a los deportistas, y a los que hacen de este mundo, con su vivir - amando - hacia - fuera, un lugar mejor.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Ey, Tere...

Fin de semana en Sevilla.

Me alegro de haberos visto, chicos, en serio, jo, qué recuerdos. Parece que llevara un par de semanas sin veros, que no me hubiera perdido nada.

Sevilla tiene un color especial, y ha sido fantástico hablar de nuevo y recordar viejos motes, además de poner otros nuevos. Cabrones. ¿Astronauta? ¿En serio? jajaja

Realmente todo el tiempo me lo he pasado bien, salvo por un momento en el que lo pasé genial.
Sábado, 22h. Llevamos bebiendo desde las 15h. Pablo me lleva hasta la zona de fiesta, lo que en Sevilla por lo visto equivale a patearse cuatro veces Málaga de arriba a abajo. Hablamos y caminamos y bebemos frenéticamente. Hablamos sobre las mujeres, bebemos por las mujeres, y caminamos hacia ellas. No necesariamente hablamos de aspectos positivos del amor, ni bebemos para celebrar lo bien que nos va. Pero sí caminamos decididos hacia alguna parte. No sé dónde, pero sé cómo caminar. Justo antes de llegar a Alfalfa, la zona de bares, nos sentamos a recuperar el aliento y el equilibrio en un banco, donde caemos en la cuenta del hambre que tenemos. En lugar de hacer algo al respecto, entramos rápidamente a conseguir otra copa dentro. Chupito flameado, al final. Nos damos la vuelta en la barra y hay dos chicas. Nos miramos.

- Vamos a pedirles que nos hagan una foto.
- Vale.
- Perdona, ¿nos podéis hacer una foto?
- Sí, claro - sonríe una.
- Pues venga.

La misma que respondió nos mira extrañada.
- ¿Y el móvil?
- ¡No, no con el vuestro!

Ríen, y lo hacen. Sonrío lo mejor / peor que puedo. Empezamos a hablar.
- Ahora ¿cómo nos etiquetáis?

Ríen. Se hacen las locas. Río.
- Bueno, ¿cómo os llamáis?
- Yo Sandra.
- Y yo Teresa.

A partir de ahí Pablo siguió su propia conversación con Teresa, y yo con Sandra. Pasados cinco minutos una de ellas fue al baño, otra se ofendió por algo que dijo Pablo, yo como buen pagafantas salí en defensa de Teresa, y ella lo apreció y me sonrió mientras me miraba con los ojos abiertos y llenos de vida. Desde entonces no pude quitármela de enfrente ni de la cabeza. Y dudo que lo pueda hacer tampoco esta noche, tres días después. 

Era un poco más baja que yo, de esta estatura que la miras y no notas que es más baja hasta que la tienes cerca. Pero entonces no te fijas en la estatura. Te fijas en que tiene unos ojos alegres y oscuros, una piel blanca aterciopelada que te estremece desde la boca del estómago hasta las caderas, unos labios carnosos pero no en exceso, eran perfectos, canónicos, miguelangélicos, no tenían una curva fuera de lugar. Tampoco era una sonrisa impoluta de anuncio, era la idea de labio que trasciende a todos los cánones estéticos epocales, a todas las modas, a todas las miradas y todas las cervezas que llevaba. Por encima de todo eso estaban sus labios. Qué cuello tan proporcionado, qué pelo castaño oscuro tan sexy, que caía por su cabeza como caen dos rocas en un derrumbamiento, pesado, firme, descomunal. Porca natura, que hasta cuando es malvada es bella y por ello la llamamos sublime. Qué cuerpo. Madre. Qué. Cuerpo. Eso era perfección, macho. Olvídate del pibón de discoteca que levanta todas las miradas. Olvídate del grupo de frikis que todavía salen a celebrar que una de ellas ligó el mes pasado. Esta chica era guapa, y las demás veces que alguien alguna vez dijo "guapa" mentía, porque esta era de verdad. 

Me gustaría decir que ahora entendía las canciones dedicadas a la belleza o al enamoramiento, pero no sería verdad, porque toda alegoría se quedaba corta. Le dije que era guapa sólamente una vez, aunque mi corazón volvía a proyectarlo hacia mis cuerdas vocales con cada pulsación, y si bien la palabra fue dicha una sóla vez, hice que se sintiera guapa con mi mirada, el tono de mi voz, el relajado vaivén de mis caderas alrededor suya. Quería derretirla, quería seducirla hasta que dijera basta, por favor, tómame...

Hablaba conmigo de las cosas como si hubiéramos hablado ya de todo lo superfluo que se suele decir. Estudiamos tal y cual cosa, vemos tal y cual tontería en la caja tonta o en internet, me gusta tu ropa... Después hablamos y hablamos de lo que de verdad importa, las tonterías. Las que la hacen reír, las que se sacan de la manga y en la cuerda floja has de soltar sin parar si quieres enamorar. Las que le hacen ver que eres un tío con sentido del humor; y quien sabe hacer el humor, sabe hacer el amor.

- Te invito a un chupito, has ganado la apuesta.
- Pero si hemos perdido los dos.
- Con más razón aún.

No podía pararlo, no podía, si dejaba de hablarle la perdería para siempre. Tenía que hacer y decir cosas, estupideces, no importa. Llevarla hasta la barra cogida de la mano, a pesar de que la suya se escabullía lánguida y pasiva entre la mía, fue un momento muy intenso. Apenas recuerdo pensar durante un sólo instante que esa noche no fuera a besarla. Era mi objetivo de la noche, del año, de mi vida, Dios qué labios..

- Ey, Tere...
- ¿Qué? - dijo con un tono neutro. Como se suele hacer para hablar en los sitios con "música", acercó lentamente el lateral de su cara a la mía. Su perfume invadió mi espacio olfativo con lo cual mis pupilas se dilataron, vi su medio - perfil y estaba igual o más preciosa si cabe. Desde todos los ángulos era una diosa. Desde el humano ya lo era; desde mi condición de eterno (y)errante, también. Pasaron dos segundos, tres, y yo no decía nada. Sólo la miraba así, desde cerca, respirándola, disfrutándola, contemplándola, desvelándola. Desvistiendo su sonrisa.
- ¿Qué? - repitió, ahora volviéndose hacia mí. Floash... Es el viento siendo moldeado por su pelo al realizar ese giro perfecto. El viento gime las gracias por ese roce tan sensual e impremeditado. Yo aún la contemplo desde esta nueva perspectiva unos segundos más porque cuando me mira a los ojos es como si me los clavase, porque me sonríe con ellos y me dice ven aquí, poséeme, no me dejes escapar, agárrame.

Pasión, ese es tu nombre.

- Así sí, mirándome sí. Quiero que me mires cuando te hablo, porque eres preciosa. Hablarle a tu oreja está bien, pero si me miras mola mucho más - sonríe. Las próximas tres o cuatro veces que le hablé hice lo mismo, esperar a que volviera la cara y hablarle mirándole a los ojos. Dios, iba borracho, y no quería olvidar ese flequillo, esos ojos, esos labios. Dios mío, qué labios. Tenía que besarlos.

- Vamos a por otro chupito.
- No, no, no, me supo fatal que pagases el anterior.
- Pues invítame.
- Ja, ja, qué cara más dura.
- Mira, de verdad que quiero invitarte, así que no quiero que "te de cosa".
- Pero es que es dinero, y...
- Es dinero. ¿Y qué? El dinero es algo súper vulgar, ¿lo sabías? Todo el mundo puede tener dinero - En cambio a ti, debí pensar para mis adentros... nadie te puede poseer, ¿no es cierto? Tú vuelas por encima de la gente y les ensanchas los pulmones y engrandeces sus corazones y ennobleces su espíritu, pero luego te escapas, ¿verdad? 

En algún momento de la noche decidí que Tere entraría a formar parte de la lista de chicas que quise y luego temí. Porque la quise. Quien crea que el amor es otra cosa, que venga y me lo diga, porque cuando conecté con ella lo hice desde el principio y continuamente. No iba cada vez mejor. Iba cada vez bien. Cada vez, cada respiración mía delante suya, era increíble, y sabía que la tenía... hasta que ya no creí que la tenía. 

Había un calefactor en modo Inferno encima de mi cabeza. No podía quitarme mi sudadera pues la camiseta térmica del decathlon que llevaba debajo no era demasiado adecuada para tirarle los tejos a nadie. Llevaba siete horas sin comer o beber más que cerveza, ginebra, vino y tequila. Empezaba a hacer calor como para cocerme en mi propia ropa, y aún así estaba de pie al lado suya; empezaba a entrarme un hambre descomunal, debilitante, y yo pensando que la había perdido. Pensando que, cuando me apartó la mano de mi mano, o me apartó mi cuerpo del suyo con el brazo, ambas acciones con la gracilidad y la fuerza de un perezoso colocado con bicodina, pensando que cuando hacía todo eso quería decir lo que hacía.

Y no. No, tonto. Estúpido. Maldito bastardo. Sus ojos dicen que sí, su mirada, su cuerpo entero, pero su brazo dice que no, su boca dice que no, y te achantas. Cobarde. Asqueroso infeliz, nunca serás feliz. Mírala. Lleva dos horas hablando contigo: te sonríe, juguetea con las piernas, pero no se acerca. Dice ven, pero no va. ¿Qué es lo que quiere entonces? Que vayas. Pues ve. Ve, coño, ve. No te quedes ahí plantado.

Pero ya era tarde porque la espiral de desconfianza había empezado. Borrachera, hambre, calor infernal, su brazo apartándome. Para colmo se me vuelve inaccesible: se sienta en la esquina de un banco en forma de L rodeada de sus amigas y whatsappea como una enferma durante veinte minutos. O puede que dos. Se me hicieron veinte mil. Eso fue el colmo. Porque claro, lo lógico era pensar, no quiere nada conmigo, he hecho algo que la ha espantado. Sí, y se exactamente lo que fue: pedirle perdón por haberla molestado, perder la confianza de golpe y decirle, lo siento, ya te dejo en paz, no me daba cuenta. Y dejar de hablarle. Eso fue lo que me imposibilitó: imposibilitarme.

En algún momento de la noche, decía, decidí que Tere entraría a formar parte de la lista de chicas que quise y luego temí. Porque el miedo a cagarla y perderla por esa noche superaba con creces al miedo del quedirán si le meto cuello y me mete una bofetada. Pero Dios, cómo añoro ahora que esa bofetada hubiera acaecido.

Me ha pasado ya, esto viene de lejos. Una vez amé y por no mover ficha la perdí. Por no perder una amistad que yo disfrutaba como si tuviéramos sexo diario, te perdí, Marta. Te dejé ir, más bien. ¿Acaso es culpa mía? No. Yo soy un chico tremendamente sensible. A la gente normal no le basta con la buena compañía de otro alma, quiere besar y hacer el amor. Pero yo tenía dieciséis años, y follar no era importante, sino estar contigo. Eso era amor de verdad, y no hacer el amor. Mi amor ya estaba hecho, no necesitaba (re)hacerlo más.

Me ha pasado ya, esto viene de lejos. Una vez amé tanto y moví ficha y encajó todo tan bien, que morí. Duramos dos semanas, siendo optimistas y contando desde el primer beso hasta el último, aunque puros sólo fueran dos noches. Dos noches, no se necesita más. Yo tampoco quería hacerte el amor. Te invité a mi casa, Marta (otra Marte, ¿vale?), pero sólo porque no había cenado, xD. No quería follarte. ¿Quién querría? Das una conversación estupenda, y yo soy pequeño, no soy virgen de chiripa. Yo no creía que el sexo pudiera ser asombroso. Yo pensaba en abrazarnos y darnos compañía y amor, y erradicar para siempre la soledad, la angustia, la desesperación y la nada que quedan tras una adolescencia que divagaba entre lo artificial y lo marginal. Y te quería tanto que te asustaste, o te cansaste, o quizás siempre te resbaló, pero yo sigo sin haber experimentado nada tan fuerte. Desde entonces tengo mucho cuidado al mover ficha, ¿sabes? Realmente no me he permitido enamorarme tanto otra vez porque tanto dolor, tanto dolor, no, yo no... 

Me ha pasado ya, esto viene de lejos. Pero nunca igual. Siempre elegí entre acurrucarme en mi zona de confort, no mover ficha e imaginar lo que podría haber sido, o meterle caña y llegar hasta el final. Nunca me lo han puesto tan difícil. Y nunca lo he querido tanto. ¿Sabes lo que pensé cuando llegué a esta conclusión? Que nunca había conocido a una mujer de verdad. Tú te haces querer. Juegas sucio, pero no se puede jugar limpio. Porque limpio del todo resulta inverosímil. Si no te adaptas a que todo es un juego, como todos dicen, corres el riesgo de buscar algo que no existe, morir solo o volverte loco. Si pasas de lo que la gente dice sobre follar, sobre las novias, sobre las mujeres... encontrarás en algún lugar un alma tan descarriada de la sociedad que te dará miedo por lunática. La vida es jodida, y jode. Pero esto es sólo una idea. Yo apenas he experimentado el amor, si acaso la falta de él. 

Me ha pasado ya, pero nunca, nunca jamás me pasó igual. Nunca me dijeron ven con el corazón y vete con los labios. Esos labios, Dios, qué labios.

Todo por no retenerte. Quería tenerte, Tere, y ya nunca te tendré.

Al cabo de veinte minutos, yo le contaba a Pablo que me había bloqueado por todas las excusas físicas. Pero no era verdad. Es decir, tuvo mucho que ver que tuviera hambre, calor, sed y agotamiento psíquico por ponerme al nivel de mi musa. Pero en el fondo de mi alma sabía que si tuviera determinación poco importaría que mi estómago se empezara a devorar a sí mismo. Con lo cual no, no era verdad. Es como si me faltara el aire, y puede que fuera por el calor, pero prefiero pensar que fue por el sentimiento de inutilidad que me ahogaba. No puedes dejarla marchar, no puedes. Lo pensé tan fuerte que aún hoy lo pienso. Tres días y tres polvos después, pero lo pienso continuamente. Arrepentimiento, melancolía, angustia.

Al cabo de veinte minutos, yo le mentía a Pablo con la verdad. Y justo entonces se levantó: 
- Mis amigas y yo nos vamos,- me dijo - ¡hasta luego! - y se fue.

Quería derretirla, quería seducirla hasta que dijera basta, por favor, tómame...

- Ey, Tere.
- ¿Qué?
Espero un segundo y ya había aprendido rápido: me miró y pensé bien, ya, ahora la tienes.
- ¿Ni siquiera me das un beso en la mejilla? - ni siquiera respondió. Se fue entre mucha gente.

No, tonto. Estúpido. Maldito bastardo.

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Lo mejor de todo esto es que he aprendido un montón de cosas que por respeto al tono taciturno del post no convienen ser expuestas aquí. Me siento invencible, puedo conseguir lo que quiera, y no hay palabras en mi cabeza (he de leer más) que no hagan sino desacreditarme, confundirme, quizás deconstruir este sentimiento hasta convertir algo inefable en meras palabras.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Fin de semana en Granada.

Granada es un municipio y una ciudad española, capital de la provincia homónima, en la comunidad autónoma de Andalucía. Está situada en el centro de la comarca Vega de Granada, a una altitud de 738 metros sobre el nivel del mar, en una amplia depresión intrabética formada por el río Genil y por el piedemonte del macizo más alto de la península Ibérica, Sierra Nevada, que condiciona su climatología.

Me la suda.

Este finde en Granada ha sido la polla y me ha restaurado mi fe en la humanidad. Y poco importaba lo bien que me sienta el frío (el frío de verd*d, coño, no la puta h*medad). Era la gente, eran las personas, las cercanas que daban eso que llamamos la intangible energeia, y las del extrarradio, las personas meramente contextuales que con su presencia, cariño y ambiente continuos consiguieron crear un clima idóneo para el estudiante.

Día primero.
Llegada, abrazo, tapeo, reencuentro. Me encanta des - armar las palabras: re - encuentro, repetición de un encuentro de psychés anterior, vuelta a lo mismo, a eso que siempre ha estado ahí, porque siempre ha estado ahí. Esa era la parte que todos esperábamos. Un abrazo largo y alegre efusividad progresivamente decadente hasta la partida, efusivamente triste. Eso era lo que esperábamos. Lo lógico, vaya. Y si pudiera describir con palabras cuánto me equivoqué, lo escribiría a sangre y fuego. Porque un reencuentro no es sólo volver a ver, es volver a conectar, es un momento enérgico, excitante e inefable en que tenemos a varios niveles una conversación. Primero están las palabras, y, bueno, ya saben, luego lo demás, lo in - nombrable. Vamos, que no se puede etiquetar. Porque si decimos espiritual, somos místicos, y si decimos de qué constó materialmente, somos reduccionistas. Y yo pienso que siempre hay algo más.

Y había otra cosa. Reencuentro y recuerdo. Re - cuerdo. Re hace tiempo que dejó de estar cuerdo, pero eso no viene al caso, porque cuadricular la diferencia entre cordura y locura es casi como definir el amor. Y si puedes definir, el odio o el amor... 
Como decía, recuerdos. Jo, qué momentos. Siempre he pensado que aquel verano fue un arma de doble filo. Por un lado, el lado más cómodo, fue el mejor verano, increíble. Por otro lado, fue in - creíble. Vamos, que no se puede creer. Como si fuera de mentirijilla, como si no encajara con lo que nosotros somos ahora mismo. No, ahora hacemos otro tipo de humor. Hacer el humor, como hacer el hamor, son artes que van a la par de la vida de la persona. Según cómo seas y cómo estés, los haces de una forma u otra. Disfrutando lentamente de ellos, o recreándote, o más efusivamente, o, en algunos casos, con la mirada perdida en otra parte. Con ese eterno pero en el cielo de la boca que desea salir. Porque aquí es cuando se me queda la mirada perdida y pienso, valga la redundancia, ¿qué perdimos? ¿Por qué no podemos repetir el nivel de awesomeness de aquél verano? ¿Acaso la vida nos ha vuelto más amargos o amargadxs? Prefiero pensar que nuestro humor se ha vuelto más realista, y por tanto más sostenido. El éxtasis que conocimos aquél primer verano fue único precisamente porque fue único, y por tanto me alegro de que pasara, y me alegraría que todos pasáramos con él.

Presentación, guitarreo, paseo, guitarreo, arroz. Conozco a Javi, que me pareció un chico estupendo desde el primer momento. Sensible, inteligente y gracioso. Luego a Miguel que, bueno, es Miguel. Es majo. Música, música y más música, maestro. Ana toca como Paco de Lucía, Ali canta como... bueno, canta estupendamente. Iba a decir como mi abuela en sus tiempos mozos, pero no tenemos pruebas de que fuera tan buena como Ali. Un paseo por Granada que me des - cubre cosas nuevas. Vamos, des - velar, levantar el velo de ignorancia que cubría aquello que desconocía. Más tarde me encantó cocinar para ellos, y lo volveré a hacer.

Tertulia. Vosotros, tertulianos, que tejéis el universo sin saberlo, inspirando a los geniales chicos que os rodean cada noche, transmitiéndoles valores que agradecería haber encontrado antes... Vosotros, tertulianos, me habéis robado el corazón, y pronto estaré allí para recuperarlo. Atravieso el bar con cierta pausa, cierto respeto, de puntillas, no vaya a ser que el torpe ruido de mis zapatos levante miradas condescendientes, temas de conversación banales. Y de repente, paf, la inseguridad se esfuma porque sólo disfrazaba mis ganas de aprender. Puedo volverme tonto, loco y pobre. Pero jamás perderé mi curiosidad. El día que la pierda, dejaré de ser yo. Y esta noche la habéis excitado como a un clítoris insaciable. Perdón por la vulgaridad de la metáfora. Y entonces estaba yo, hablando con esas personas que minutos antes eran daimones, al menos, sino dioses. Ésos son mis ídolos, mis dioses. Que con mucha amargura recuerdo viniendo a Málaga, pues caigo en la cuenta de que en esta nueva estratosfera de pescaíto frito y biznagas, esas personas son locos, dandis, colgaos, personajes, motivaos (este es el que más me jode; ¿os escucháis cuando insultáis?), frikis, o incómodos de ver. Como un estudiante de filosofía, o uno de musicología. O una chica que quiere ser directora de cine. O gente que persigue sueños de verdad mirando su interior y no se queda admirado con las sombras de la caverna. Gente que ha probado la verdad, y no puede resistirse nunca más al dulce momento en que parece que la has alcanzado y al darle la vuelta a la esquina no hay nadie, y sonríes mientras miras cabizbajo al suelo y niegas con la cabeza. Será puta la verdad. Una puta verdad es que los jóvenes de hoy día lo que tienen es falta de carencia. Me quedaré con eso.

Día segundo.

Re - saca. Vamos, que vuelve a sacarte la bilis del hígado. Hasta que guitarreamos, luego empecé a beber a media tarde y por fin fuimos al conciertazo de Tatamka. Ttk estuvieron increíbles a pesar de que no les conociera, y botamos y bebimos como cabrones. Después conocí a otra oleada de gentuzas, descarriados, inconformistas, melenudas, caderas, labios rojos, sexys y, en fin, más de lo mismo de cualquier noche, de no ser porque bailamos como veinte canciones maravillosas. Estupendérrimas, fantabulosas. Me quedo con Molinos de viento, de Mago, increíble. Cerramos la noche con pizza y bronca, pero si no hiciéramos eso, no seríamos estudiantes. Luego apaciguamiento extremo en la habitación de Javi, con un espécimen que no sé si es que iba muy borracho, o es así de entusiástico y efervescente siempre, o es que dejé de beber dos horas antes de acostarme y empezaba a ver las cosas de otro color. O puede que las tres cosas, pero me pareció excesivamente ardoroso.

Día tercero.

Guitarreo y re - re - saca. Vamos, que me levanto a las tres de la tarde y como si me hubiera pegado el madrugón del siglo. Me pongo a hacer pastel de manzana pensando, verás tu cuando den las doce y despierte a estos con un pastel en cada mano, qué contentos se pondrán. Inocente de mí, no sé de qué va Cronos pero me la ha jugado en sueños. Y con esta jugarreta antes de que me de cuenta me hallo en la parada del bus, dándole un abrazo no tan efusivo pero sí cariñoso, amable y tranquilo a Ali. Tranquilo porque estoy en paz, ya puedo seguir, llevaba mucho tiempo sin veros y ha sido fantástico. Increíble pero repetible. 
Inolvidable. In - olvidable, vamos que nunca lo olvidaré.

sábado, 30 de noviembre de 2013

A Brave New World.

Seríamos más felices en un mundo en que hubiera menos gritos de dolor y más voces desgarradas de soul. Seríamos más felices, pero, en realidad, lo que quiero decir es que el mundo sería un lugar mejor. Si cambiáramos la inanición por el hambre de sabiduría, y la avaricia de poder y dinero por la ambición de paz y amor.

Sería yo más feliz si te tuviera ahora entre mis brazos, pero esos son otros temas que sólo me hacen feliz a mí. Y yo no importo, el mundo sigue siendo feliz sin mí. Excepto mi mundo, claro, ellos, y ellas, sobre todo ellas, y aquellos también, sí, aquellos, los que ya no están pero siguen ahí, los que se hicieron inmortales al irse al otro mundo y dejar un legado grandioso tras de sí. Wilde, Whitman, los Beatles, Huxley, en fin, visionarios del amor y de la libertad. Los llamo visionarios, es curioso, como si pudieran ver el futuro, cuando realmente lo que han hecho es captar la esencia eterna del Tao, sintonizarse con el flujo del universo espiritual y comprender, aprehender, casi grabarse a fuego las enseñanzas del Ser. El Ser sólo puede transmitirse en metáforas, canciones, poemas... por eso estos cuatro nombres tienen un lugar privilegiado en mis enseñanzas vitales. El Ser es lo que no puede ser nombrado, lo que sostiene el iceberg, y el iceberg, bueno, en fin, es lo que vemos, ¿no?, lo que sale a flote, nada más...

Dejo una serie de obras de estos cuatro grandes, que son los primeros que se me han venido a la cabeza al pensar en el mensaje que quería transmitir, lo cual no quiere decir que en ellos haya leído o escuchado a los mejores sino que, al escucharlo, he escuchado algo.

Whitman.

Creo que podría volverme a vivir con los animales.

¡Son tan plácidos y tan sufridos!
Me quedo mirándolos días y días sin cansarme.
No preguntan,
ni se quejan de su condición;
no andan despiertos por la noche,
ni lloran por sus pecados.
Y no me molestan discutiendo 
sus deberes para con Dios...

No hay ninguno descontento,

ni ganado por la locura de poseer las cosas.
Ninguno se arrodilla ante los otros,
ni ante los muertos de su clase 
que vivieron miles de siglos antes que él.
En toda la tierra no hay uno solo 
que sea desdichado o venerable.

Me muestran el parentesco que tiene conmigo,

parentesco que acepto.
Me traen pruebas de mi mismo,
pruebas que poseen y me revelan.
¿En dónde las hallaron?
¿Pasé por su camino hace ya tiempo
y las dejé caer sin darme cuenta?

Camino hacia delante, hoy como ayer y siempre,

siempre mas rico y mas veloz,
infinito, 
lleno de todos 
y lo mismo que todos,
sin preocuparme demasiado 
por los portadores de mis recuerdos,
eligiendo aquí solo a aquel que más amo 
y marchando con él en un abrazo fraterno.

Este es un caballo ¡Miradlo!

Soberbio,tierno,sensible a mis caricias,
de frente altiva y abierta,
de ancas satinadas,
de cola prolija que flagela el polvo,
de ojos vivaces y brillantes,
de orejas finas,
de movimientos flexibles...

Cuando lo aprisionan mis talones, 

su nariz se dilata,
y sus músculos perfectos tiemblan alegres 
cuando corremos en la pista...
pero yo solo puedo estar contigo un instante.
Te abandono, maravilloso corcel.
¿Para qué quiero tu paso ligero
si yo galopo mas de prisa?
De pie o sentado, corro más que tú.

Whitman, Walt, "Creo que podría volverme a vivir con los animales". En Hojas de hierba, capítulo Canto a mí mismo.


Huxley.


- Aldous Huxley [...] acaba de terminar una serie de ensayos llamados Enemigos de la libertad, en el que bosqueja y define algunas de las amenazas a nuestra libertad en los Estados Unidos, y señor Huxley, directo al grano, déjeme preguntarle esto: según su punto de vista, ¿quién y qué son los enemigos de la libertad aquí en los EEUU?

- Bueno, no creo que usted pueda decir quién en los Estados Unidos, no creo que hayan sido unas personas siniestras tratando de robar, deliberadamente, su libertad. Pero sí creo que hay, ante todo, unas fuerzas impersonales que nos llevan cada vez más en una dirección de menor y menor libertad. Y también creo que hay un número de dispositivos tecnológicos que, quien quiera que los desee utilizar, los puede utilizar para acelerar este proceso de alejarnos de la libertad, imponiendo control.

Entrevista a Aldous Huxley: La dictadura científica (1976).

Wilde.


Arguments are to be avoided; they are always vulgar and often convincing.

We live in an age when unnecessary things are our only necessities.

Nowadays people know the price of everything and the value of nothing.

Lennon.

If everyone demanded peace instead of another television set, then there'd be peace.

I believe in everything until it's disproved. So I believe in fairies, the myths, dragons. It all exists, even if it's in your mind. Who's to say that dreams and nightmares aren't as real as the here and now?

Reality leaves a lot to imagination.


Man is least himself when he talks in his own person. Give him a mask, and he will tell you the truth.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Todo nombre tiene un precio, un esfuerzo.

No hay vida                       sin palabras
porque toda palabra              tiene vida
si la vida vivida        no labra la palabra
no es vida vívida ni está viva la palabra.

martes, 5 de noviembre de 2013

Innombrable.

Ay, a la mierda las palabras. Sabemos tu y yo que 
l'essentiel est invisible aux yeux, et qu'on ne voit qu'avec le coeur. 
Y que los momentos, los de verdad, son inefables,
y todo río de tinta es en vano
y en vano morirá en el mar.

Qué fue de los cantautores

Éramos tan libertarios, 
casi revolucionarios, 
ingenuos como valientes, 
barbilampiños sonrientes 
—lo mejor de cada casa— 
oveja negra que pasa 
de seguir la tradición 
balando a contracorriente 
de la isla al continente 
era la nueva canción.
Éramos buena gente, 
paletos e inteligentes, 
barbudos estrafalarios, 
obreros, chicos de barrio, 
progres universitarios, 
soñando en una canción 
y viviendo la utopía 
convencidos de que un día 
vendría la Revolución.
Aprendiendo a compartir 
la vida en una sonrisa, 
el cielo en una caricia, 
el beso en un calentón. 
Fuimos sembrando canciones 
en esta tierra baldía 
y floreció la poesía 
y llenamos los estadios 
y en muchas fiestas de barrio 
sonó nuestra melodía.
Tardes y noches de gloria 
que cambiaron nuestra historia. 
Y este país de catetos, 
fascistas de pelo en pecho, 
curas y monjas serviles, 
grises y guardias civiles, 
funcionarios con bigote 
y chusqueros de galón, 
al servicio de una casta 
que controlaban tu pasta 
tu miedo y tu corazón.
Patriotas de bandera, 
españoles de primera, 
de la España verdadera 
aquella tan noble y fiera 
que a otra media asesinó 
brazo en alto y cara al sol 
leales al Movimiento 
a la altura y al talento 
del pequeño dictador 
que fue Caudillo de España 
por obra y gracia de Dios.
Toreando en plaza ajena 
todo cambió de repente 
los políticos al frente 
de comparsa y trovador. 
Se cambiaron las verdades: 
"tanto vendes tanto vales". 
Y llegó la transición: 
la democracia es la pera. 
Cantautor a tus trincheras 
con coronas de laureles 
y distintivos de honor 
pero no des más la lata 
que tu verso no arrebata 
y tu tiempo ya pasó.
¿Qué fue de los cantautores? 
preguntan con aire extraño 
cada cuatro o cinco años 
despistados periodistas 
que nos perdieron la pista 
y enterraron nuestra voz. 
Y así van para más de treinta 
con la pregunta de marras 
tocándome los bemoles. 
Me tomen nota señores 
que no lo repito más:
algunos son diputados, 
presidentes, concejales, 
médicos y profesores, 
managers y productores 
o ejerciendo asesoría 
en la Sociedad de Autores. 
Otros están y no cantan, 
otros cantan y no están. 
Los hay que se retiraron, 
algunos que ya murieron 
y otros que están por nacer.
Jóvenes que son ahora 
también universitarios, 
obreros, chicos de barrio 
que recorren la ciudad. 
Un CD debajo el brazo, 
la guitarra en bandolera, 
diez euros en la cartera, 
cantando de bar en bar. 
O esos raperos poetas 
que es su panfletos denuncian 
otra realidad social.
¿Y mujeres? ni se sabe. 
Y sobre todo si hablamos 
de las primeras gloriosas 
que tuvieron los ovarios 
y el coraje necesarios 
de subirse a un escenario 
de aquella España casposa.
¿Qué fue de los cantautores? 
aquí me tienen señores 
como en mis tiempos mejores 
dando al cante que es lo mío. 
Y aunque en invierno haga frío 
me queda la primavera, 
un abril para la espera 
y un “Grândola” en el corazón.
¿Qué fue de los cantautores? 
aquí me tienen señores 
aún vivito y coleando 
y en estos versos cantando 
nuestras verdades de ayer 
que salpican el presente 
y la mierda pestilente 
que trepa por nuestros pies.
¿Qué fue de los cantautores? 
De los muchos que empezamos, 
de los pocos que quedamos, 
de los que aún resistimos, 
de los que no claudicamos. 
Aquí seguimos, 
cada uno en su trinchera 
haciendo de la poesía 
nuestro pan de cada día.
Siete vidas tiene el gato 
aunque no cace ratones. 
Hay cantautor para rato. 
Cantautor a tus canciones. 
Zapatero a tus zapatos.
Luis Pastor

jueves, 24 de octubre de 2013

Creo que es lo más cursi que he hecho en mi vida.

manifiestamente manifiesto mi pasión por tí
aunque parezca que no te das cuenta, creo que si
y no es por que mi corazón se divida en dos o en tres
razono que pertenece a más de una mujer
en cambio tu nombre rara vez quiero pronunciar
mi aliento cuando lo intenta se queda a la mitad

estos versos no son de poeta
rara vez tuve insipiración así
elocuente parece esta careta que
sólo me pongo para ti

increiblemente raro es que hace años que yo ya
no sentía tan fuerte mi corazón palpitar
creo que tampoco mi mente así colapsar...
rodeado de gente que baila a tu alrededor
en principio me siento peor que mejor.
inefable es el contradictorio sentimiento
bellísima la espera
lento el suplicio
efímero el amor


miércoles, 23 de octubre de 2013

Savater, Voltaire y Carolina.

Llevo un tiempo leyendo El jardín de las dudas, de Fernando Savater. Me atrajo el título, y pensé que sería otra obra maestra pedagógica hecha para Amador. Sin embargo resultó ser la recreación de una correspondencia entre el filósofo Voltaire ya moribundo (aunque más vivo que nunca) y Carolina de Beauregard, Condesa de Montoro. No puedo más que admirar la elegancia, la elocuencia y la astucia con que están escritas las cartas del primero, y el humor, a veces cínico y otras risueño, que vehicula el sutil pensamiento de la segunda. No pretendo hacer una crítica literaria aunque me encuentro henchido de ganas ya antes de terminar el libro; me encanta, eso es todo, y quiero dejar constancia de las parrafadas que me gustan con el egocéntrico propósito de que algún día, cuando eche de menos las bellísimas palabras que derraman estos pensadores, vuelva a esta entrada del blog y las lea. Eso es, sólo por mi. Pero si de paso alguien quiere suicidar su yo lector haciéndose spoilers del libro, allá él.

Ah, por cierto: por qué se llame el Jardín de las dudas es algo a lo que le doy vueltas constantemente. Hasta ahora mi hipótesis favorita es que Savater ha querido representar una idea muy subjetiva de cómo era Voltaire para hacer un homenaje al sentido común, quien seguro que se lo agradece. No he visto palabras más ciertas en mucho tiempo, y la humanidad que transmite el libro me embelesa cada vez que lo leo. Es arte, auténtico arte, y no son más que sus cartas. En ellas se descubre, confiesa "pecadillos", critica la sociedad de su tiempo y se remonta al comienzo de la civilización para justificar su actual estado. Condena sin importarle las consecuencias (numerosos exilios) y adula cortés y humildemente, piensa como Voltaire y ama como una bestia, se enorgullece de sus decisiones y se arrepiente de sus pasiones. Es sencillamente humano. Si algo me dice el título es que incluso Voltaire, el mismísimo, era un ser humano, y esto es algo que me hace levantarme de mi jardín de las dudas. Se encuentra en una etapa de su vida en la que mira todo con perspectiva, y hace parecer todas sus aventuras de un carácter tan natural que te dan ganas de vivir intensamente. No sé cómo explicarlo, en definitiva, salvo con las palabras naturalidad, humildad, amor y sentido común.

He aquí los fragmentos.

"Vivo en un Madrid que no es capital ni nada que se le parezca sino simplón pueblo grande, lleno de moscas, de mierda, de rezos, de curas, de hembras sin cerebro ni instrucción bostezando tras sus rejas de gañanes embozados que no piensan más que en las fechorías de los bandoleros y en las estocadas de los matadores" - Carolina.

"Señora, la Tierra es un vasto escenario en el que una misma tragedia se interpreta bajo nombres diferentes. La ambición, la avaricia, el egoísmo, la vanidad, la amistad, el amor, el afán de conocer, la generosidad y el espíritu público: tales pasiones, combinadas en dosis diferentes y distribuidas socialmente de forma diversa han sido desde el comienzo del mundo y siguen siendo la fuente de cuantas empresas ha realizado la humanidad. Quien desee conocer los sentimientos, inclinaciones y derroteros de la vida entre los griegos o los romanos no tiene más que estudiar el modo de ser y de obrar de los franceses o los ingleses de hoy: no podrá equivocarse mucho si transfiere a los primeros la mayoría de observaciones que haya hecho sobre los segundos. El comportamiento humano es muy semejante en todas las épocas y en todas las latitudes. Se repiten los errores y los crímenes, así como también los esfuerzos en pos de hacer la vida más agradabley las costumbres más suaves. Los efectos de la superstición son muy variados. mientras que los de la razón son siempre idénticos. Podemos aventurar como regla general que cuando un uso o una creencia no tienen mejor argumento a su favor que las raíces tradicionales, su antigüedad real o supuesta, pertenece al orden del capricho o del fanatismo, pero nunca de la cordura. Las buenas leyes y los sentimientos de utilidad pública siempre pueden justificarse racionalmente, sea nuestro interlocutor blanco, amarillo o negro" -Voltaire.

"Me congratulo de las noticias que me hacéis llegar desde Vasconia. Hace tiempo yo creía que los vascos no eran más que rústicos pastores que danzaban por los Pirineos hablando entre sí y con sus vacas en un idioma que nadie más podía entender. Me sacaron de mi error el señor Altuna, el marqués de Narros y otros no menos ilustres representantes de un vasco diferente, más apto para servirnos de modelo hacia el futuro que empeñado en rememorar las muecas atávicas del pasado" - Voltaire.

"Sin duda este Dios del que os hablo no puede haber nacido de ninguna virgen, ni muerto en un cadalso, ni ser comido en forma de oblea, ni ciertamente ha inspirado esos libros que usted y yo conocemos, llenos de contradicciones, de demencia y de horror. [...] Pienso que el amor propio es necesario, pues termina reforzando la benevolencia social en lugar de contrariarla. Incluso os diría que el amor propio comparte muchas características con nuestro instrumento genital: nos es muy necesario, nos es muy querido, nos da abundante placer pero hay que procurar llevarlo tapado" - Voltaire.

"Digo y repito: ¡aplastad al Infame! Queréis saber a qué insigne Infame me refiero. No os lo oculto: al cristianismo. Me parece que ya son bastantes mil setecientos años de vilezas, disparates y persecuciones en nombre de la caridad fraterna. Siento una repulsión física por la mentira clerical y por su santidad homicida. [...] Sin duda la superstición es a la religión como la astrología a la astronomía: la hija muy loca de una madre cuerda" - Voltaire.

[En francés seguro que suena mejor, pero no lo he encontrado:]

¿Qué soy, dónde estoy, a dónde voy, de dónde vengo?
Somos átomos atormentados sobre este montón de barro,
a los que la muerte devora y de los que la suerte se burla,
pero átomos pensantes, átomos cuyos ojos
guiados por el pensamiento han medido los cielos,
en el seno de lo infinito lanzamos nuestro ser
sin poder ni por un momento vernos y conocernos
El mundo es un teatro de orgullo y de error,
lleno de infortunados que hablan de la felicidad" - Voltaire.

"Fontenelle solía terminar nuestras charlas de astronomía suspirando: Bueno, es ridículo ir subidos en una cosa que gira y atormentarnos tanto" -Voltaire.

"Nuestras desgracias no provienen de ninguna maldición bíblica sino de lo irremediablemente frágil de nuestra condición natural y de disparates y abusos que las sociedades consienten. La primera fuente de males no admite enmienda pero la otra ciertamente sí. El hambre, la peste y la guerra son tres de los ingredientes más famosos de nuestro bajo mundo. Quizá las dos primeras sean regalos de esa Providencia a la que tanto veneraba el obispo Bossuet. Pero la tercera, que convoca también la presencia de las otras dos, es fruto de la imaginación caldeada de doscientas o trescientas personas repartidas por el mundo bajo el título de príncipes o ministros. Mientras éste siga siendo el monstruo que despedaza a las multitudes, los filósofos moralistas que se dedican a condenar unos cuantos alfilerazos particulares pueden quemar sus libros; en tanto sea el capricho de unos pocos individuos degollar legalmente a millares de nuestros hermanos, la parte del género humano dedicada al heroísmo militar será lo más espantoso de la naturaleza entera. Para qué sirven y qué me importan la humanidad, la beneficencia, la modestia, la templanza, la dulzura, la sabiduría, la piedad, cuando media libra de plomo tirada desde una distancia de seiscientos pasos me destroza el cuerpo y muero con veinte años entre tormentos inenarrables, en medio de otros cinco o seis mil moribundos, en tanto mis ojos, que se abren por última vez, ven la ciudad en la que he nacido destruida por el acero y por las llamas, y los últimos sonidos que oyen mis oídos son los gritos de las mujeres y de los niños que expiran bajo las ruinas, todo para servir a los pretendidos intereses de un hombre al que no conocemos" - Voltaire.
Savater, El jardín de las dudas.

domingo, 6 de octubre de 2013

It's in the nights.

Brindemos. Por estas noches.

Por las noches absurdas, irracionales, vividas con el corazón, noches bajo ese foráneo pero a la vez acogedor contexto que nos permite decir unas burradas más considerables de lo corriente: un arte marcial que nos une, y una pasión generalizada por la música.

Por las noches que se alargan hasta que sale el sol, pero con naturalidad, haga de esa manera, nada forzado, nada fuera de lugar, todo perfecto, todo cerrado.

Por las noches donde enaltecemos las cualidades de los demás, porque, nada más salir a la luz, nos deslumbran con su personalidad. Pero antes, hay que perder la timidez, si se puede, con el ron más barato alguna vez hecho por el hombre.

Por esas noches de las que no quedan recuerdo alguno, porque ninguno quiere tener la pesada cámara en el bolsillo, porque sería demasiado mainstream, o porque nos la suda todo simplemente, porque sabemos que los recuerdos importantes quedan en la memoria, y no en la tarjeta de. Con naturalidad, haga de esa manera.

Por estas noches. Brindemos. Otra vez.

viernes, 4 de octubre de 2013

Punto de inflexión

Y esta parte de mi vida se llama punto de inflexión. Empiezo a estar en contacto con mis deseos, con mi yo, pero lo que veo hará daño a otras personas. ¿Es la única forma? Siempre fue mi sueño seguir mi instinto como único rasgo de personalidad fuerte que nos queda: actuar azarosamente para ser libre. Pero realmente, ¿qué es ser libre? ¿acaso actuar impulsivamente no es menos libre, al no tener tiempo de reflexionar y estar sumiso a la impulsividad de hacer algo ya, aquí, ahora? ¿y qué es el corazón? ¿es más que eso? ¿intentar ser justa una parte de tí que no tenga en cuenta a los factores ambientales, sino siempre "valores eternos" como la lealtad, la integridad personal...?

Ser libre no es libertad de movimiento. Ser libre no es estar en la cima de una montaña y respirar. Eso se llama senderismo, es otra cosa, mola mucho pero es otra cosa. ¿Qué más no es ser libre? Ser esclavo, estar sumiso, no a una persona, al menos en este primer mundo, sino a muchas. Ser un títere de la sociedad. La moda es una forma de esclavitud. El consumismo es otra forma de esclavitud. Al ser esclavos, nuestra vida se rebela, estamos en constante tensión por querer liberarnos y romper ciertas cadenas. No sé si alguno de mis profesores se haria un facepalm por ver cómo meto esta frase aquí, pero María Zambrano dijo: "Cuando la razón no sabe enamorar a la vida, ésta se rebela".

También ¿se puede ser esclavo de uno mismo? Pongamos un alter ego que coarte tu felicidad, un SuperYo material que no te deje hacer lo que tú quieres por miedo a lo que piensen, un miedo que se ha objetivado concretamente en "convenciones sociales". No hago lo que "está feo", no hago lo que "hará reírse a los demás de mí", se puede traducir, a veces, en un mero "no hago lo que me apetece".

Y ser libre no es "hacer lo que me apetece en todo momento" por esto: es más libre el que reflexiona y dice "me compensa más cuidar y (eg. mi integridad, el respeto a mí mismo y mi imagen pública) aguantándome las ganas de hacer x (eg. poner los cuernos, defecar en medio de la discoteca o robar una botella y llevarte un guantazo), que hacer x y perder mi y".

El problema de estar coartado por este yo, el problema de ser esclavo de uno mismo, es que uno se confunde cuando le preguntan ¿qué quieres? Por un lado quiere hacer lo que hace la sociedad, porque es más fácil rendirse al juego externo de deseos que meterse a la introspección y eliminar barreras hasta hallar el corazón. Eg. quiero ir a la discoteca, quiero beber, quiero jugar un partido de fútbol los domingos. Por otro lado no quiere hacer nada de eso, porque en realidad está cansado de ciertas rutinas, y aquí asoma su corazón. Pero por otro lado no quiere quedarse sólo en casa, porque entonces se enfrentará a él mismo, y aquí asoma su esclavitud. También quiere salir y conocer a nueva gente y vivir la vida de otro por un día, porque la suya le agota. Porque no halla paz. Porque no es capaz de hallar la paz donde los demás, necesita más. Porque no aceptas el conformismo pero de otra forma todo lo que viene te parece poco. Ve a buscar eso que te haga feliz. Esté "bien", o esté "mal".

No sé si busco algo erróneo, si mi perspectiva es errónea, si busco algo que no existe.. O si tú no existes. No sé si generalizo y esto es lo normal... O si todo debería ser algo más, no sé si me falta siempre algo o esto es lo que hay. No sé si te amo... o no quiero saber que no te amo.

Existencialismo sartriano en Crónica del asesino de reyes.

"Verás, existe una conexión fundamental entre todo lo que uno parece y lo que uno es. Todos los niños Fata lo saben, pero vosotros, los mortales, no lo veis. Nosotros sabemos lo peligrosas que pueden resultar las máscaras. Todos nos convertimos en lo que fingimos ser.
Cronista se relajó un poco, pues pisaba terreno conocido.
- Eso es psicología elemental. Si vistes a un mendigo con ropa lujosa, la gente lo trata como a un noble, y el mendigo está a la altura de lo que esperan de él.
- Eso es sólo la parte más pequeña -replicó Bast-. La verdad es mucho más profunda. Es... -Bast se atascó un momento-. Todos nos contamos una historia sobre nosotros mismos. Siempre. Continuamente. Esa historia es lo que nos convierte en lo que somos. Nos construimos a nosotros mismos a partir de esa historia.
Cronista arrugó la frente y despegó los labios, pero Bast levantó una mano.
- No, escúchame. Ya lo tengo. Conoces a una chica tímida y sencilla. Si le dices que es hermosa, ella pensará que eres simpático, pero no te creerá. Sabe que esa belleza es obra de tu contemplación. -Bast se encogió de hombros-. Y a veces basta con eso.
Sus ojos se iluminaron.
- Pero existe una manera mejor de hacerlo. Le demuestras que es hermosa. Conviertes tus ojos en espejos, tus manos en plegarias cuando la acaricias. Es difícil, muy difícil, pero cuando ella se convence de que dices la verdad... -Bast hizo un ademán, emocionado-. De pronto la historia que ella se cuenta a sí misma cambia. Se transforma. Ya no la ven hermosa. Es hermosa, y la ven.
- ¿Qué demonios quieres decir? - le espetó Cronista-. Solo dices tonterías.
- Lo que digo es demasiado profundo para que lo entiendas -dijo Bast con enojo-. Pero estás a punto de captarlo. Piensa en lo que ha dicho él hoy. La gente lo tenía por un héroe, y él interpretaba ese papel. Lo interpretaba como si llevara una máscara, pero al final se lo creyó. Su ficción se convirtió en realidad. Pero ahora...
- Ahora la gente ve a un posadero -dijo Cronista.
- No -dijo Bast en voz baja-. La gente veía a un posadero hace un año. Él se quitaba la máscara cuando salían por la puerta. Ahora él se ve a sí mismo como un posadero, y lo que es peor: como un posadero fracasado".

- Patrick Rothfuss, Crónica del asesino de reyes. El nombre del viento.

jueves, 3 de octubre de 2013

Esa cosa que viaja por mi cabeza.

- ¿Sabes? Hace un tiempo tenía un montón de palabras en mi cabeza. Uf. Qué agobio. Ahora que lo miro con perspectiva, puedo decir que intentaba comprender todo lo que pasaba por mi cabeza dentro de un marco o teoría totalitaria. Ahora comprendo que no sólo se piensa pensando, sino también dejando fraguar los pensamientos en el subconsciente... comprendo que hay muchas formas de inteligencia y que no se puede abusar de una, ni de la introspección porque pierdes la conexión con la realidad, ni del práctico porque te olvidas de dedicarte un tiempo a ti... He aprendido, no mucho, no poco, no es definitivo, pero sí válido. Estoy contento.
- Bien, bien... ¿Ya no hay más palabras en tu cabeza?
- Jajaja, ¡gracias a Dios que sí! Pero ya no son palabras en plan intensas que me confundan... Si acaso me interesan, y dejo la pregunta fraguar... Pero no, ¡lo más interesante!... Es que apenas hay palabras.
- Es imposible que no haya nada. ¿Qué tienes?
- Música.
- ... música...
- 24/7, es lo que hay. La voz que antes me hablaba de filosofadas, que intentaba formar una teoría unitaria entre mi concepción sociológica, la psicológica, la intrapersonal, la histórica... ahora todo ello es música. Diría que empiezo a creer en que siguiendo mi camino, todo me será revelado.
- ¿Qué significa seguir tu camino?
- Pff... significa un montón de cosas, jajaja. Sigo muchos caminos, pero todos tienen mi toque personal y convergen.. Diría que equivale a hacer lo que me gusta hacer. La vida es muy corta para hacer lo que otro quiere que hagas.
- Pero ¿puedes hacer tanto tú solo, crear un camino desde cero?
- No me malinterpretes, todos creamos un camino único conforme lo andamos... Pero hay quien no ha pasado de la fase espejo para aprender a vivir, ya sabes... Como yo fui al principio y mucha gente imagino que también. Hay que transgredir, invadir el límite que es el yo. Hay que asaltarse, allanarse, hay que acogerse a uno mismo violentamente. Porque sólo fuera de los límites que tenemos en lo más profundo de nuestro aprendizaje a sobrevivir, podemos encontrar la autenticidad, la felicidad.
- Interesante.. Muy interesante.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Se acaba el verano.

Levanto la vista hacia el frente y ahí está, delante mía, ni triste ni feliz, simplemente está. Desnuda, completamente desnuda, más desnuda que la misma desnudez, porque sus lunares son constelaciones y su piel es el natural relieve del universo. Una misteriosa neblina oculta su pecho hipnotizante, y entonces recuerdo que soy feliz. So tonto, que te habías olvidado, del frío que pesa en Málaga, las noches de invierno congelados hasta los huesos, y llegar a los sitios hecho una cebolla quitándose capas y capas de ropa. 

La luna en verano es mágica y despierta placeres insospechados, pero en invierno esgrime su esfinge en fantásticas formas y diversos lugares. Hay quien lo ve como los retales del verano, el último suspiro de tranquilidad. Pero para mí empieza el entrenamiento de la vida, empieza lo bueno, porque el ocio se repite pero el caminar es el que hace al caminante. Paso a paso, estación por estación.

martes, 9 de julio de 2013

Los monologuistas, esos genios.

El hombre es, como dice Bergson, el animal que ríe. También le otorgaría este significado de forma más puntillosa -aunque malsonante- decir el animal "riente" en analogía a como decimos que somos el animal "pensante". Y es que risa y pensamiento tienen una unión entretejida con el símbolo. Es necesaria siempre una asociación de ideas y un fallo lógico para hacer reír, para hacer propiamente reír, que no basta con un peo, que sólo provoca la carcajada vacía. Repensamos la asociación de ideas en nuestra mente mientras nos descojonamos, es lo suyo, es el proceso: algo nos hace reír porque tenemos generalmente un concepto de las cosas que queda truncado, o porque se interactúa con nuestro concepto de orden o símbolo. Si no tuviéramos un conocimiento certero sobre las cosas que hay en la vida, el amor o la política, si no hubiera una parte común de nuestra subjetividad, perderíamos la capacidad de reírnos de las cosas, pues toda risa tiene una conexión irrompible con la lógica.

Por eso siempre he creído que los monologuistas españoles tienen una mente filosófica, que me atrae, vamos, que son los genios de España. Ignatius, Dani Rovira, Enrique San Francisco... el monólogo es una reflexión, como la filosofía, que se hace en soledad, y poniendo - ahí a toda la persona y su pensamiento, sobre él mismo, la sociedad y, en muchas ocasiones, el cosmos, exponiéndose al mundo... ¿Cuántos monólogos empiezan tocando temas de política, sociedad, economía -sobre todo hoy- o incluso, a veces, reflexiones sobre la vida, el amor o el universo? No hablemos ya de Dani Rovira que tiene, entre otras joyas de humor absurdo e inteligentes juegos de palabras, un monólogo en el que incluye una reflexión sobre la crisis económica y la evasión de la misma, que puede llevar a la cobardía, mediante la comedia. Citaré una parte más abajo.

A la reflexión sobre el ser la llamamos metafísica. ¿Por qué algunos piensan sobre esto y otros no, y sin embargo decimos que la filosofía no consiste en un saber vacuo ni es un andar a ciegas? Si fuese tan universal, todos pensaríamos sobre estas cosas, ¿no? Pues no. En la reflexión filosófica o, como nos concierne en este caso, antropológica, se pone a toda el yo en juego. Atreverse a pensar implica firmeza, voluntad y criticismo ante la búsqueda de la verdad. Vamos, seguir pensando -o, como muchos banalizan, seguir dándole vueltas a algo- cuando otros ya han parado de pensar. Y es que pocos se atreven a hablar en público del amor, la belleza o la libertad, mientras vemos cómo triunfan superficialismos, sensacionalismos, noticias sobre gente cuya vida personal no me importa... Porque hay que atreverse a ir más allá de lo que primeramente vemos y oímos para alcanzar algo consistente y realmente interesante.

Vemos, pues, el paralelismo. Monologuistas (gran parte de ellos) y filósofos tienen en común a) la reflexión en profundidad sobre las cosas que nos rodean  y b) ese ponerse en juego, exteriorizar una visión atrevida, crítica y poco convencional del mundo que puede hacernos reír y, en el mejor de los casos, pensar.

Y ahora, la risa.

De Dani Rovira me interesan el principio y el final de este monólogo, que se abre con esta parrafada:
"Hay que ver, ¿eh? ¡La gracia que nos ha hecho siempre un peo! ¿eh? Y luego a lo mejor viene aquí gente y se pone a hablar de cosas serias, tío, y dices tú, ¿yo? Yo no he venido aquí al club de la comedia a escuchar de cosas serias pero hay gente que cuenta cosas serias: se ponen a hablar de la crisis, del Ibex - 35, del índice de Jones, de los barriles de Brent, de las cenefas, de las brocas del 15... No, hombre cosas serias no... Hombre tampoco el otro extremo, no? Hay gente que se levanta por la mañana y escribe en el facebook: ¡Hoy hace un día radiante! ¡Voy a salir a la calle a regalar abrazos de luz!... [Cara de circunstancia] ¡Loocaaa!"

Y terminando el monólogo, hablando de que las madres te limpiaban el culete cuando te lo hacías encima:
"¿Cuántas veces nos hemos hecho mierda encima de mayor y nos hemos tenido que limpiar nosotros solit... [Se interrumpe y mira al público indignado por su risa]. Os hace gracia esto, ¿verdad? Claro, porque esto, los peos, esto hace gracia. Lo que no hace gracia son las cosas serias. La crisis, eso no, eso no hace gracia [mantiene el semblante serio y cansado]. Así que yo voy a seguir con lo de antes. Muy buenas noches y muchísimas gracias".

viernes, 5 de julio de 2013

Hoy estoy poético.

¿Cuál será la estructura de la vida, que buscando no se encuentra -o se encuentra al revés-, y que dejándose encontrar, expuesto y exteriorizado, uno se encuentra a sí mismo tal y como es, a través de las cosas? En esos momentos, el misterioso universo lanza una flecha hacia arriba con los ojos vendados, se tumba en el suelo con el pecho mirando hacia el cielo y sonríe esperando el desconocido final. Algo así es la existencia, pues son infinitas las metáforas e inalcanzable la definitiva oda que le hemos de brindar con nuestro aliento.

"Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar".

Antonio Machado - Retrato

martes, 18 de junio de 2013

L'être

¿Por qué buscamos esa opinión? Ese extremo, intachable, pedante y bukowskiano punto de vista sobre temas de opinión... Porque no es más que eso, opinión. La sabiduría está en la conciencia de la ignorancia sobre todos esos temas. El mundo de la mera doxa, propuso Parménides, no pertenece al Ser. Porque sobre lo que no se puede decir nada seguro, o sea, sobre lo que se puede decir cualquier cosa, no pertenece precisamente a una categoría ontológica.

Pero ¡Atención! En la morada del Ser, no nos podemos refugiar. Todos tenemos una parte superficial que también debemos defender, una opinión razonable, que irá cambiando con el curso de los acontecimientos y la madurez de la persona. Debemos procurar los argumentos más sutiles y realistas que conozcamos para que nuestro entendimiento no alcance la pobredumbre. Se lo debemos, pues, a nuestra condición de seres - que - se - hacen: aunque no lo vea, el darse de mi persona, el existir, es mucho más valioso que todo lo que me rodea a diario. Otra cosa, como un idioma bien aprehendido, que permanece en la superficie del inconsciente para ser sacado rápidamente cuando lo necesitamos. Otro hábito que sostenemos con el paso de los años y que, por desgracia, desde que dejamos la infancia tocamos poco. Como decía Savater en Ética para Amador, de pequeños todos somos filósofos, pero una persona mayor conformista, quemada que nos acompaña, entonces "agüafiestas" o "cortarrollos", nos la decapita: "Eso ya cuando seas mayor".
Nos acostumbramos a mirar hacia fuera, cuando lo realmente importante -que sí, que está ahí delante- es no olvidarse de que hay que mirar con los ojos del alma o del corazón. "On ne connait qu'avec le coeur, l'essentiel est invisible aux yeux" - Antoine de Saint Éxupery - Le Petit Prince. ¡Perdemos esa facultad! Nos rendimos a la hija sociedad y olvidamos a la madre naturaleza, que nos grita: ¡Siente! ¡Ama! ¡No te olvides de tí!

Hay tanta poesía en este mundo, que a veces... duele, como decían en American Beauty. ¿Qué es lo que duele de la belleza? Su solitaria contemplación. Igual algún día experimente la belleza en colectividad, pero en esta disminuida sociedad en la que vivo, presa de su zona de confort y de la moda de la filosofía fría, de momento la belleza queda como algo que afecta al Ser en su intimidad más pura. Una intimidad nunca antes expuesta, puesta-ahí, être-là. Eres tú frente a la belleza, la parte más íntima de tu persona frente a algo bello. Pero, en seguida, cuando estás disfrutandolo, aparece el vástago social: "¿Qué haces? ¡No la mires! ¡No te dejes hipnotizar! ¡Espabila! ¡¿Qué haces mirando al vacío?! ¿Qué contemplas en el horizonte? Ahí no hay nada! No hay dinero, no hay éxito... Ahí se debe imponer el ser: ¡Pero hay lágrimas! ¡Hay llanto! ¡Hay un SÍ a la exposición frente al infinito dolor, el infinito llanto, o la infinita risa cósmica! Hay un eterno sí a la vida más grande que su enloquecido poeta abraza - caballos*. ¿Y a quién no le quedaría grande hacer tal proeza? Matar a la metafísica y después que ésta resurja de sus cenizas en forma alegórica. Oh, Friederich, mi verdadero amor, cómo abrazas la filosofía, y cómo la llevas a cabo en la vida -en la verdadera vida, en ese mundo de sombras y luces metafísicas que hoy se nos aparenta fantasioso y artístico-, eres una lágrima en un chupito de vodka. Eres mis lágrimas ahora mismo, mi sangre y mi felicidad, mi dolor favorito.

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*Se cuenta que Nietzsche, estando fuera de su cordura pero no aún en su senilidad, pues escribió entonces aún obras importantes, abrazó solemnemente a un caballo en la vía pública, por lo que lo detuvieron. Lo que darían muchos hoy por ser ese caballo.

jueves, 13 de junio de 2013

El maldito post-it.

Cuando llegué a Montpellier escribí un post - it con la frase "Donde se esté bien, allí esta la patria" -Cicerón. Me recuerda a otra de Kimya Dawson: "El hogar está donde esté el corazón". Y esta se adecua más a lo que sentí. La pegué en la ventana con una sonrisa, pensando en que me adaptaría al cambio y entregaría mi alma a todos los que allí encontrase. No me equivoqué ni por una palabra. El papel amarillento adquiere una densidad amenazante conforme se va desvaneciendo el resto de la habitación. ¿Estaba en la parte de arriba o la de abajo de la ventana? ¿O estaba en la pared? ¿Estaba en mi habitación, o en la de Claudia? Estaba en Montpellier, y lo llevaba cada gran amigo y amiga que hice allí, bien pegado en el pecho.

Y lo llevarán siempre. En breve, esos pedazos se dispersarán entre Valladolid, Reus, Andalucía, Irlanda, Mexico... The more that i give, the more i like to give. Pero ahora mismo mi patria está repartida entre Francia y España, porque allí donde esté el corazón...

Espero haber llenado un corazón en particular que tenía un tal agujerito...

miércoles, 12 de junio de 2013

Erasmus 3. Finale.

Me voy. Pero me voy, con el alma llena. No habría aprendido tanto ni en cien años. Os quiero.

Hay una puesta de sol fantástica. Nada mejor para el momento reflexivo de la despedida que una estética épica, culminante, apocalíptica. La luz de verano anaranjada alumbrando las caras tristes y las coronillas calvas de los estereotipados viajantes de autobús, el sol poniéndose en Montpellier, fundiéndose con la ciudad, haciéndole el amor, quizás es por el momento pero me parece la puesta de sol más bella que he visto en mi vida... y al momento aparece, con esa actitud de llevar esperando un rato a salir a escena, la delgada luna creciente colgando en el cielo azul marino.
Paso por las estaciones de autobús y veo a más gente despidiéndose. Todo me recuerda a anoche. Me acerco con la mirada a dos amigos que se abrazan, y parecen alegres enérgicos, sonríen. No hacía falta mirarle al subir al autobús para saber que tendría el semblante triste, serio, de quien quiere volverse para dar un último abrazo. Su amigo le mira fijamente desde fuera con la cabeza algo inclinada, los puños cerrados y los ojos entrecerrados y húmedos. Tengo el codo apoyado en el resquicio de la maltrecha ventana del autobús, y miro, a ratos de reojo, a ratos directamente, a la incansable pareja que se despide de su amigo. Quiere sonreir, pero su aura le delata. Y pasan los minutos y el autobús no zarpa, quedan minutos, unos minutos eternos, y los amigos se siguen mirando. El que espera fuera cambia su cara de sicario por una sonrisa, y al instante veo cómo su amigo baja de nuevo. La excusa, poco importa, sacan los móviles e intercambian los números. El hecho es que se abrazan, sólo un minuto más, pero es suficiente. Porque ahora saben de lo breve de un abrazo, de lo efímero. No se sabe de la brevedad de la belleza hasta que se experimenta en la propia carne. La pareja espera, y espera, y mientras suena la palanca de cambios del bus, el amigo mira hacia el suelo descorazonado, pensando que habría dado tiempo a un abrazo más. Eso soy yo ahora.

Es duro irse. Pero más duro es quedarse. Imagino las despedidas entre gente que ha convivido codo con codo, durmiendo, riendo, estudiando o, como ocurre en ciertos pasillos sevillanos, riñendo. Riñendo y echándose en cara hasta el mote más recóndito e irracional que jamás haya existido.
Ahora me siento hasta orgulloso de llamarme Lance y no deja de ser cierto que, haciendo honor a ello, me fui corriendo, el primero.

Cuanto más creces más te das cuenta de lo inefable de todo aquello que merece la pena. Quizás no haga falta entender aquello que merece la pena, y sería la ilusión de no comprender un goce lo que lo hace más gozoso aún. Este año ha sido, sinceramente, inefable. Genial, increíble, son palabras que se quedan para aquél que quiere escuchar. Pero al que quiera comprender, le diré que no tengo palabras. Porque no las hay. Amistad, honor, cariño, valentía, confianza, expresan a grandes rasgos este año. Una mirada afable, una sonrisa traicionera, un abrazo interminable, un nudo en la garganta, un adiós atragantado, son expresiones que se acercan más. Pero lo que yo siento... es un corazón palpitante, entusiasta, coordinado y, por primera vez en mucho tiempo, sano. Renovado, resucitado, por donde corre sangre pura, densa, dulce.


¿Qué es la belleza? ¿Cuál es el momento que se te quedará en el alma para siempre, aquél que visualizarás al borde de tu muerte? La vida sigue, y con ella, yo.

domingo, 14 de abril de 2013

C'est la vie.

Esta primera etapa de mi vida se llama infancia. Influjo de todo, me empapo hasta (de) mis entrañas. Confluir de sentidos, sentimientos, pensamientos, un todo caótico, un embrollo. No sé dónde empieza ni dónde acaba nada. Ni falta que hace. Importa respirar, nada más. Que buenas que ricas que están las pastillitas.

Esta parte de mi vida se llama introversión. Frikismo, soy feliz con mi disco duro externo, regalándole tonterías a gente que parece querer ser mi amigo. Tengo miles de películas, juegos, y todo lo que quiero es compartirlo. En el fondo es alguien con quien estoy en mi vida, para él no es más que eso, pero desprendo tanto amor que no paro de alabar a las personas con quien me cruzo. Alguno sí sintió amistad, como mi amigo Jacobo. Otros aprovecharon mi ausencia para criticar mi manera de tratar a las personas. Sin derecho, pero no sin razón. Era raro, si sólo existe el fútbol y las chicas, que alguien hable de amistad, que alguien te regale un muelle de juguete porque lo vio y se acordó de tí.

Esta etapa de mi vida se llama adolescencia. Intento de extroversión. Salida a lo superficial, conocimiento de la cáscara ajena. Muerte de la moral. Está bien lo que es divertido, lo que me mueve, lo que me saca de mí, porque yo soy rutina.

Esta etapa de mi vida se llama drogas. Se está acabando.

Ahora viene la parte de mi vida que se llama felicidad. Entro en contacto con mis deseos y empiezo a conocerme. Sé lo que siento, sé cómo seguir un impulso que me pueda hacer feliz, y cómo seguir otro que me haga sentir vivo. Sé lo que está bien, y lo que está mal. Y sé que hay cosas que no están ni bien ni mal, y cosas que están más allá de ellos dos, en el deber. Sé porqué hay que olvidar ciertas cosas del pasado, sé que hay errores que me quedan por cometer, y he aprendido a no mirar sino aquello que existe. Se puede ser filósofo y práctico en la vida. Pienso tantas cosas, y tantas cosas que se contradicen... que me siento más cerca de la verdad que nunca.

Pero esta etapa la tengo muy pensada, ya como planeada: mi vida ikea, sólo que tengo las medidas del piso y ningún mueble encaja. No basta con echarle cabeza a la vida, hay que echarle corazón. Sí, tengo bien claro lo que será mi vida con confianza en mí mismo. Pero ¿acaso no imagino lo que sería? ¿y si nunca llego a tener tal confianza? Las cosas nunca son como uno las imagina. Igual es incluso mejor. Quiero volar.