miércoles, 23 de octubre de 2013

Savater, Voltaire y Carolina.

Llevo un tiempo leyendo El jardín de las dudas, de Fernando Savater. Me atrajo el título, y pensé que sería otra obra maestra pedagógica hecha para Amador. Sin embargo resultó ser la recreación de una correspondencia entre el filósofo Voltaire ya moribundo (aunque más vivo que nunca) y Carolina de Beauregard, Condesa de Montoro. No puedo más que admirar la elegancia, la elocuencia y la astucia con que están escritas las cartas del primero, y el humor, a veces cínico y otras risueño, que vehicula el sutil pensamiento de la segunda. No pretendo hacer una crítica literaria aunque me encuentro henchido de ganas ya antes de terminar el libro; me encanta, eso es todo, y quiero dejar constancia de las parrafadas que me gustan con el egocéntrico propósito de que algún día, cuando eche de menos las bellísimas palabras que derraman estos pensadores, vuelva a esta entrada del blog y las lea. Eso es, sólo por mi. Pero si de paso alguien quiere suicidar su yo lector haciéndose spoilers del libro, allá él.

Ah, por cierto: por qué se llame el Jardín de las dudas es algo a lo que le doy vueltas constantemente. Hasta ahora mi hipótesis favorita es que Savater ha querido representar una idea muy subjetiva de cómo era Voltaire para hacer un homenaje al sentido común, quien seguro que se lo agradece. No he visto palabras más ciertas en mucho tiempo, y la humanidad que transmite el libro me embelesa cada vez que lo leo. Es arte, auténtico arte, y no son más que sus cartas. En ellas se descubre, confiesa "pecadillos", critica la sociedad de su tiempo y se remonta al comienzo de la civilización para justificar su actual estado. Condena sin importarle las consecuencias (numerosos exilios) y adula cortés y humildemente, piensa como Voltaire y ama como una bestia, se enorgullece de sus decisiones y se arrepiente de sus pasiones. Es sencillamente humano. Si algo me dice el título es que incluso Voltaire, el mismísimo, era un ser humano, y esto es algo que me hace levantarme de mi jardín de las dudas. Se encuentra en una etapa de su vida en la que mira todo con perspectiva, y hace parecer todas sus aventuras de un carácter tan natural que te dan ganas de vivir intensamente. No sé cómo explicarlo, en definitiva, salvo con las palabras naturalidad, humildad, amor y sentido común.

He aquí los fragmentos.

"Vivo en un Madrid que no es capital ni nada que se le parezca sino simplón pueblo grande, lleno de moscas, de mierda, de rezos, de curas, de hembras sin cerebro ni instrucción bostezando tras sus rejas de gañanes embozados que no piensan más que en las fechorías de los bandoleros y en las estocadas de los matadores" - Carolina.

"Señora, la Tierra es un vasto escenario en el que una misma tragedia se interpreta bajo nombres diferentes. La ambición, la avaricia, el egoísmo, la vanidad, la amistad, el amor, el afán de conocer, la generosidad y el espíritu público: tales pasiones, combinadas en dosis diferentes y distribuidas socialmente de forma diversa han sido desde el comienzo del mundo y siguen siendo la fuente de cuantas empresas ha realizado la humanidad. Quien desee conocer los sentimientos, inclinaciones y derroteros de la vida entre los griegos o los romanos no tiene más que estudiar el modo de ser y de obrar de los franceses o los ingleses de hoy: no podrá equivocarse mucho si transfiere a los primeros la mayoría de observaciones que haya hecho sobre los segundos. El comportamiento humano es muy semejante en todas las épocas y en todas las latitudes. Se repiten los errores y los crímenes, así como también los esfuerzos en pos de hacer la vida más agradabley las costumbres más suaves. Los efectos de la superstición son muy variados. mientras que los de la razón son siempre idénticos. Podemos aventurar como regla general que cuando un uso o una creencia no tienen mejor argumento a su favor que las raíces tradicionales, su antigüedad real o supuesta, pertenece al orden del capricho o del fanatismo, pero nunca de la cordura. Las buenas leyes y los sentimientos de utilidad pública siempre pueden justificarse racionalmente, sea nuestro interlocutor blanco, amarillo o negro" -Voltaire.

"Me congratulo de las noticias que me hacéis llegar desde Vasconia. Hace tiempo yo creía que los vascos no eran más que rústicos pastores que danzaban por los Pirineos hablando entre sí y con sus vacas en un idioma que nadie más podía entender. Me sacaron de mi error el señor Altuna, el marqués de Narros y otros no menos ilustres representantes de un vasco diferente, más apto para servirnos de modelo hacia el futuro que empeñado en rememorar las muecas atávicas del pasado" - Voltaire.

"Sin duda este Dios del que os hablo no puede haber nacido de ninguna virgen, ni muerto en un cadalso, ni ser comido en forma de oblea, ni ciertamente ha inspirado esos libros que usted y yo conocemos, llenos de contradicciones, de demencia y de horror. [...] Pienso que el amor propio es necesario, pues termina reforzando la benevolencia social en lugar de contrariarla. Incluso os diría que el amor propio comparte muchas características con nuestro instrumento genital: nos es muy necesario, nos es muy querido, nos da abundante placer pero hay que procurar llevarlo tapado" - Voltaire.

"Digo y repito: ¡aplastad al Infame! Queréis saber a qué insigne Infame me refiero. No os lo oculto: al cristianismo. Me parece que ya son bastantes mil setecientos años de vilezas, disparates y persecuciones en nombre de la caridad fraterna. Siento una repulsión física por la mentira clerical y por su santidad homicida. [...] Sin duda la superstición es a la religión como la astrología a la astronomía: la hija muy loca de una madre cuerda" - Voltaire.

[En francés seguro que suena mejor, pero no lo he encontrado:]

¿Qué soy, dónde estoy, a dónde voy, de dónde vengo?
Somos átomos atormentados sobre este montón de barro,
a los que la muerte devora y de los que la suerte se burla,
pero átomos pensantes, átomos cuyos ojos
guiados por el pensamiento han medido los cielos,
en el seno de lo infinito lanzamos nuestro ser
sin poder ni por un momento vernos y conocernos
El mundo es un teatro de orgullo y de error,
lleno de infortunados que hablan de la felicidad" - Voltaire.

"Fontenelle solía terminar nuestras charlas de astronomía suspirando: Bueno, es ridículo ir subidos en una cosa que gira y atormentarnos tanto" -Voltaire.

"Nuestras desgracias no provienen de ninguna maldición bíblica sino de lo irremediablemente frágil de nuestra condición natural y de disparates y abusos que las sociedades consienten. La primera fuente de males no admite enmienda pero la otra ciertamente sí. El hambre, la peste y la guerra son tres de los ingredientes más famosos de nuestro bajo mundo. Quizá las dos primeras sean regalos de esa Providencia a la que tanto veneraba el obispo Bossuet. Pero la tercera, que convoca también la presencia de las otras dos, es fruto de la imaginación caldeada de doscientas o trescientas personas repartidas por el mundo bajo el título de príncipes o ministros. Mientras éste siga siendo el monstruo que despedaza a las multitudes, los filósofos moralistas que se dedican a condenar unos cuantos alfilerazos particulares pueden quemar sus libros; en tanto sea el capricho de unos pocos individuos degollar legalmente a millares de nuestros hermanos, la parte del género humano dedicada al heroísmo militar será lo más espantoso de la naturaleza entera. Para qué sirven y qué me importan la humanidad, la beneficencia, la modestia, la templanza, la dulzura, la sabiduría, la piedad, cuando media libra de plomo tirada desde una distancia de seiscientos pasos me destroza el cuerpo y muero con veinte años entre tormentos inenarrables, en medio de otros cinco o seis mil moribundos, en tanto mis ojos, que se abren por última vez, ven la ciudad en la que he nacido destruida por el acero y por las llamas, y los últimos sonidos que oyen mis oídos son los gritos de las mujeres y de los niños que expiran bajo las ruinas, todo para servir a los pretendidos intereses de un hombre al que no conocemos" - Voltaire.
Savater, El jardín de las dudas.

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