martes, 31 de diciembre de 2013

Feliz año.

Este año he sido feliz, al menos, la mitad del tiempo, y, así a ojo, triste la otra. Triste por mis nervios, mi sospechada bipolaridad, mi hundimiento emocional ante el mundo que me asusta, ante las miradas y cuchicheos ajenos (¡Ese es filósofo! ¡Debe tener un muy bajo concepto de sí mismo!), mi odio hacia mis defectos, mis años sin soltar una lágrima pero dolido interiormente. Vamos, como todos los años: cuando estoy jodido, pues estoy jodido. Pero el título es feliz año porque el balance es positivo, a pesar de mi -cada vez más ligero- equipaje dañado, extraviado, tacitúrnico.

Y si digo feliz año es porque este que se acaba ha sido así. Las razones de ello las he clasificado en tangibles y abstractas: las del primer tipo las enumeraré por respeto a lo que enuncian, pues si se explica o razona demasiado uno tiende a perder la razón, a simplificar demasiado y perder la auténtica perspectiva humana, con toda su riqueza, sobre las cosas. Éstas son Claudia, Álvaro, Gary, Pablo y toda la pandilla de Montpellier, la música que me pasó mi hermano al móvil, y el año de erasmus que ha hecho de mí un ser confiado. En último lugar pondría a Heidegger, que ha estado guay. Pero ahora vamos a lo que importa, a los cuentos, a las historias. Los hechos no hablan, meramente describen. Las historias, en cambio, no documentan, sino que te enriquecen como persona. El lenguaje es la casa del ser. Y mi lenguaje es, o al menos eso pienso, suficientemente completo para mi edad.

Mi 2013 se ha caracterizado por tres cosas. Una es el amor. La capacidad de amar, que desborda la de odiar y la de temer. El amor bien dirigido hacia todo hace la vida más agradable. Y cuanto más das, más puedes dar. Otra es la música. Este año la he mejorado mucho, y ha sido todo gracias a Álvaro, un gran amigo de la erasmus. La última es el deporte. El amor aúna así dos grandes pilares de mi vida, la guitarra y el taekwondo. Y el amor suele materializarse en cada acto diario, y encarnar mis palabras como reflexión anímica cuando escribo, ya sea doliente, sintiente, o viviente.

El amor. "And the more that I give, the more I like to give", cantaba un clochard de Francia. Bueno, tratándose de Francia, uno nunca sabe si se trata de un hippie o simplemente es pobre. Es curioso, a veces me expongo, saco afuera lo que me pasa por el fondo de la cabeza, digo algo más que lo que se suele decir, y la gente suele reaccionar violentamente. En el sentido de no dar una respuesta normal, sino que parece como si hubiera trastocado el ritmo de la conversación, porque ahora la respuesta no es inmediata sino que la gente ha de reflexionar. Han de pensar, bien para vetarme o tacharme de algo, bien para matizar, complementar o acompañar lo que yo digo. Tengo la sensación de que tengo un gran corazón, y cada día doy el 100% por extrovertirlo para cuidarlo y que crezca sano y fuerte. Este año he descubierto eso, y -¿casualidad que sea el 70 aniversario de El Principito?- que on ne voit qu'avec le coeur; l'essentiel est invisible aux yeux. Por lo tanto, hum, no hace falta explicar más, porque no con ello voy a decir más. También esto da que pensar, que mis amigas las palabras son un arma de doble filo, y son también enemigas del corazón en ocasiones puntuales. Pero, aunque a todo se le ponga nombre, hay nombres y nombres, y hay palabras que nombran lo innombrable, aunque sean impronunciables.

La música. Dicen que la voz es una de esas cosas que, bien usada como un instrumento, saliendo del alma y no de la cabeza, nunca decae, y es posible conservar y mejorar exponencialmente hasta ya muy entrado en años. Algo así decía Patrick Rothfuss en Crónica del asesino de reyes, que también ha de ser mencionado en el balance de mi año porque inclina mucho la balanza hacia el lado bueno. Una muy interesante reflexión sobre la música se lleva a cabo en los dos volúmenes publicados hasta ahora. Cómo tras la pérdida de un ser querido, o cualquier experiencia dolorosa -o tras el simple hastío de una media vida localizada, reprimida, con ansias de viajar y volar- la música te cura el alma. Y cómo llevar una canción en el corazón es un how - to - live; son dos cosas que plantea estupendamente el autor.

El deporte. ¿Por qué los españoles tenemos tanta afición futbolística? ¿Acaso es debido a que es usado como disuasión o evasión de la cruda realidad? ¿Acaso gusta sólo porque es una descarga de la ira de la conciencia colectiva? ¿Puede que sea usado como antaño lo fueran las carreras o luchas de gladiadores en el Imperio romano? En cualquier caso, teorías conspiranoicas -o al menos abstractas- aparte, el deporte mueve masas porque la gente ve en los deportistas esa fijeza en su mirada, ese porvenir decidido, esa realización de su destino que todos deseamos. Quiero ser como Beckham, pero sólo hay uno... Es por eso que en él me va la vida, es por eso que si Schumacher entra en coma, nos emocionamos. Y es normal: ellos son capaces de hacer aquello que los mediocres no han sido capaces. Un deportista es como un artista, es alguien que sacrifica su vida por hacer algo que le gusta. Y con el riesgo de practicar tanto que llegue a aborrecer la práctica en cuestión, se lanza sin más equipaje que su valor y su talento, a la aventura de salir del sistema capitalista y conseguir dinero por algo más que obedecer al mercado laboral. Es un osado porque, según lo que nos han contado, no busca una estabilidad económica hecha con el cálculo racional a que estamos acostumbrados. Es como el emprendedor que huele el negocio, y bien puede equivocarse y arruinarse.

Por ello, este fin del año 2013, levantaré mi copa a los músicos, a los deportistas, y a los que hacen de este mundo, con su vivir - amando - hacia - fuera, un lugar mejor.

2 comentarios:

  1. 1. Sr. Jeideguer siempre va al último lugar. De todo.
    2. Lo del gran corazón no se discute.
    3. También te amo virtualmente: vuelve a esa recámara y déjame abrir la ventana llena de postis y beber vino de cartón. Vuelve a ella que ya te espero aquí.

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    1. ola ke ase me siento halagado o ke ago
      eres un cielo, espero tus cartas. (!!!!) maldita sea, más vale que lleven una foto tuya dentro en lencería sexy, porque tardan muucho!

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