lunes, 20 de abril de 2015

Ya está aquí otra vez.

El sabor y el saber de los veinticinco. Ya está aquí otra vez. Esa magia. Maldita y bendita sea. Se me pasan las horas volando. Exhausto, vuelvo otra vez a por ese líquido de oro que me extasía y me cura. Anonadado, me hallo con fuerzas, e inteligente. Medio muerto, casi vivo, y todo el día como drogado.

Y vuelve otra vez la cansada dialéctica. No seré yo quien llame. No seré yo quien lo eche a perder. No, otra vez no, nunca más. Desde aquél horrible día tengo el corazón más frío. Interpreto mi personaje, aunque tiene todas las papeletas de enterarse, pues esa es su especialidad.

Sé fuerte, me digo.
Valor, valiente! - me insta Ricardo.
Voluntad y valentía, me dijo bajo otras formas en el crepúsculo de las ideas.
Eres una de las personas más valientes que conozco - me dice mi amor.
Hombres bellos, hombres valientes - me dice ella con su voz perfecta.

Con su voz perfecta. Con su voz. Con su voz. Es tan bonito que casi no lo aguanto. Lo que no aguanto es, claro está, el semblante indiferente ante una persona decente. Ante alguien que me hace sentir así. Así de bien. Y quiero que sea así, sencillo. Condones que permiten la fuga en cualquier momento. Pero esos ojos. No, no quiero que se vayan. Prefiero mi fuga, continua y desconcertante. Miles y miles de veces prefiero eso, antes que tu ausencia, tu huida, tu miedo.

Ya está aquí otra vez la primavera. Y con ella, su superclítoris, su voz femenina. No existen las casualidades; menos aquí. Y yo, mi ego, es el que habla, el que acalla el erotismo de los corazones. El que pone estabilidad por encima de la creación y destrucción desmesurada de pasiones. El que identifica la obsesión y, en un alarde de progreso, la reprime, la inutiliza en base a una práctica con menos sufrimiento y más placer. Si en el fondo somos epicúreos por naturaleza.

Y tendré que guardar las palabras, y escribírtelas en una carta. Tendré que convivir con la eterna efimeridad, porque estaremos siempre juntos. En este universo, en el que el tiempo no es más que una ilusión, tú y yo estamos juntos siempre. Siempre un abril, siempre una primavera. Siempre este año random.

Te ataré a la cama, chispa de mi llama, para que no te aten mis sentimientos.

lunes, 6 de abril de 2015

The story of my life

Es siempre lo mismo, ¿verdad? Será siempre así, ¿verdad? ¿Qué hago con mi vida? ¿por qué estoy en una constante lucha por mi, yo, ego, mío? No quiero eso. Odio darme cuenta en sociedad de que soy egoísta. Pero ¿por qué no acepto que es un modo más de ser? Odio a los que imponen su postura, no me creo que sea tan gilipollas. Y luego yo mismo no soy capaz de hacerlo. Está bien, intentémoslo. No funciono como una máquina pero al menos la consciencia me deja pensarlo. Al menos durante un corto espacio de tiempo hasta volver a la eterna rutina y hábitos egoístas con los que debería romper, con los que algún día romperé, con los que se que no se perderán nunca...

Odio que los demás me impongan su postura y a la vez deseo fervientemente que a todo aquél que esté seguro de sus ideas, se le relativicen y se le quite esa puta sonrisa de la cara. No quiero ser así. Pero tampoco hago nada para remediarlo. No puedo cambiar mis deseos, sólo su fachada. No quiero tener una fachada falsa. Empiezo a ver cuáles son las contradicciones que llevo dentro de carácter psicológico que no me dejan bien-estar. Empiezo a batallar con mi ego, reprimiendo todas esas manías y pensando NO, un no impulsivo, un no aterrador, animal. Es mi conducta. Como mi conducta es mala, no. Como la mayoría de casos no encaja, No. Y así no funcionamos. ¿disfrazar? Ya estoy harto. Ya no quiero. Quiero ser taaaaaaaaaaaaan guay. ¿Para qué? ¿Qué importa? Y cuando creo que estoy avanzando, es un paso positivo sólo para darme cuenta de que tengo algo negativo que ocupa ese lugar.

Este es el lado malo de la filosofía. Todo lo que hago a los demás me lo estoy haciendo en realidad a mí. El puñetazo que quiero darle a Cavu cuando es demasiado seguro de mí mismo me reprime luego cuando empiezo a confiar en mí. Ahora empezaría a remontar cosas a la infancia. Ahora debería joderme la cabeza y sentir la contradicción que impera en mi vida entre el ego y el alter, y ponerme de acuerdo conmigo mismo con lo que quiero ser. Pero no quiero dejarme llevar por los demás, pero la intersubjetividad conforma lo bueno.

Conré Herráiz.
Las mil y una noches. O cómo el vegetarianismo cambió mi vida.

Ante todo decir, y mucho más importante que las restantes 77 páginas, que no soy vegetariano. Soy un egoísta, y a veces, hasta egocéntrico y megalómano. Por un momento llegué a sentirme la peor persona del planeta por ser carnívoro. Hay argumentos para pensar que es malo comer carne. No hay argumentos para no pensar que no es malo comer carne. El problema es que vivimos en una sociedad horrible donde se ha instaurado la democracia de las ideas. La única idea suprema es respetar las ajenas. Como si todas las ideas fueran iguales. Como si no hubiera mejor que peor. Y no es sólo la sociedad. Es esa intuición fuerte de que el hombre es biología, es un pedazo de carne en el mundo y lo que haga o deje de hacer resulta mucho más importante para sí mismo que para la sociedad, no digamos ya para el mundo ni para el universo. Si quieres comer carne, come. Si quieres pegarle un cabezazo al frigorífico, hazlo. Esto lo decía mi amigo el gaditano porque se había construido su propia identidad fuertísima en base a la cocaína. Pero ahí lo tienes, un tío despreciable.

No desesperes, Aprende a esperar. No porque todo llegará, no lo sabes. Pero desde luego que no llegará si lo quieres ya.

¿Sabes lo que pienso después de un quebradero de cabeza así? Conciencia. Intento de control porque el mismo control vale. El camino, aunque sea a medias, es camino. Merece la pena ser caminados. No porque algo sea incontrolable del todo significa que debamos dejar de caminar. Eres como eres. Cómo vivir no se aprende de nadie.

SP. La felicidad ha muerto. Viva la felicidad.

Si tu es pressé,
...dépasse moi.

¿Y todo lo bello que nace de la frustración casual?

¿Y el disfraz, y el teatro? ¿Y los espacios creados por y para la imaginación?

¿Y el escape para encontrar - se?

Creemos unos propósitos nobles y firmes, masturbémonos con ideas vacías pero bonitas. Será perfecto. Porque justo prohibirá lo que somos, y nos lanzará al vacío y a la angustia. Y para superarla nos hallaremos ante nosotros mismos. Y ahí nos encontraremos.

La gente fotografía las montañas.
Empuja la Torre de Pisa.
Mira la Mona Lisa.
Por deber, más que por otra cosa.
La gente regala las rosas.
Usa las cosas. Caza las osas.
Vende las musas.
La gente pierde el tiempo.

No es malo enfadarse. No hay nada malo en ti. La suerte nos anima a ello, constantemente. Hay que escuchar al azar, que aparentemente no es nada. Las cosas sí que suceden por una razón. La frustración no es nada más que la oportunidad para crear algo mayor, algo que te trasciende. El arte nos trasciende. Cualquiera que se plante frente a una pieza nacida del dolor y sienta otra cosa que no sea ese dolor, está perdido. No, amigo, no te has perdido a ti. No te ha derrotado la noche, ni el trabajo, ni el sistema. Es que no sabes dirigir tus fuerzas hacia donde tienes que dirigirlas.

No le hagas más fotos a las montañas, y sé como ellas. Perseverantes, magníficas, pero fértiles.

Deja la moto de agua para más tarde, quizás nunca.
Y sé como el río. Adáptate, sin cesar de poner atención a cada surco, a cada orilla.
Y no tengas prisa por llegar al mar que, tarde o temprano, todo el mundo alcanzará.

lunes, 16 de marzo de 2015

Y yo qué pollas sé qué título ponerle a esta entrada.

Venga ansiedad. Venga el dolor. Venga el miedo, el pavor, la angustia y la opresión. Venga el dolor de ser yo mismo, venga la mierda que tenga que soportar mi biotraje. Mi biotraje andaluz, mediterráneo, hedonista, que cubre y oprime una mente epicúrea, o qué se yo. Nada. Vienen cosas, y acontecen sin orden. Fuera de mí parece todo lo que se halla dentro, y dentro de mi no queda nada.

Los sentimientos fuertes se quedaron en el pasado. Ya sentí por todos mis años, ahora tengo que vivir sin sentir para compensar. Qué se yo. Nada.

Venga la ansiedad. No sé qué hacer. Sí, sí que lo sé. Nada. ¿Qué otra cosa podría hacer? Corromperme, estirarme, arrutinarme, agarrotarme los sentidos y los sentimientos. Desaprender. Involucionar. Reciclarme. Tu puta madre. Nada. No quiero hacer nada. Quiero hacer nada. Pero la voluntad no se controla, de dónde vienen los deseos es desconocido. Entonces vengan los deseos, pero vamos a no - posponer. Vamos a responsabilizarnos de lo que somos. Consciencia, valentía. Cuando los deseos de uno son raros, es de valiente llevarlos a cabo. Pero tampoco debería resultarme extraño. La mirada del mundo me inquieta, pero sé que no soy tan raro. Todo es comprensible, si lo ordeno. Y siempre tengo explicaciones. Siempre tengo excusas. A veces me gusta no explicar, o aún peor, explicar al azar, con respuestas absurdas. Preguntas por qué hago lo que yo considero demasiado banal para ser explicado. Me pongo en tus ojos y te lo muestro para que lo comprendas. Pero a veces, ocurre a veces, respondo como si me hubieras ofendido con una pregunta estúpida. Ahí tienes tu respuesta estúpida. Si quieres entenderla, haz el pequeño esfuerzo de salir de tu puta burbuja.

Venga el dolor. Dolor es proceder mal. Orientar mal. Pensar mal. Si todo queda en el ego, en su aceptación y control... queda todo. No sólo lo malo. Eso es un problema. No sólo lo que duele. "Mírale, con sus zapatos", o qué se yo, "con su sonrisa de maniquí de escaparate y su peinado de Ken". Redirijo: "eso eres tú, ¿sabes? Duele porque dueles". Aún peor, puedes decirte: "además pensará que te equivocas. Que estás mal, porque no aparentas como él". Y sabes que tiene tanta razón como tú". Bueno, todo eso puede ser. Puedes seguir en ese círculo vicioso, y no te estarás equivocando: a ver si me entiendes o me entiendo; no te falta razón. Te falta dirección. La recuperas, en fin, cuando la tengas que recuperar. Todo es pasajero, la rueda de Boecio. Todo pasará. Lo malo y lo bueno. No "todo llegará". O sí. Todo lo que tenga que llegar, es obvio; ya ha llegado, de hecho. Pero eso es otra cosa. El punto es, que me pierdo, que ese razonamiento ha de pasar. Hay veces que me centro demasiado en lo malo, y no. Parece que cuando experimento algo bueno siempre es gracias a fuera. Y cuando es malo, es culpa mía. Pero eso es ahora que estoy negativo; realmente no ocurre así. Por tanto, no hay nada malo conmigo.

Deja de cargarte la espalda con tienes ques y debes y has des... Tienes que dejar de cargarte con tienes ques. Maldita sea. Relax and enjoy the show. Enjoy the now - show. Eres artista y espectador. Eres mago y poción, eres mártir y tirano.

No me siento mejor.

...

Bueno, un poco sí.

domingo, 15 de marzo de 2015

Piensa. Ama. Crece.

Pues en eso estamos.

Un día tras otro, salvo precisos y preciosos momentos de mente en blanco, pienso y pienso. Ahora pienso, por ejemplo, que mi lado racional se desarrolla a un ritmo más rápido que mis emociones. Que racionalmente he llegado a una comprensión más compleja y acertada del mundo, pero que eso no me sirve porque como persona crezco si crezco como conjunto, y una parte mía sigue teniendo, qué sé yo, dieciséis años. Quizás dieciocho.

Esta mañana he pensado una cosa super tocha, pero qué más da. La olvidaré mañana, por otra cosa super tocha. Lo normal es que descubra cosas, y durante varias semanas la gente de mi alrededor saque un tema que la roce, o incluso saque la misma conclusión que yo. Normalmente, pasarán días y días. Es la manera del universo de recibir mi tesis, darle forma, consistencia. Luego se almacena en alguna parte de mi subconsciente, y luego desaparece. Es jodidamente mágico. Tras meses, sostengo una cosa que tiene como punto de partida aquélla tesis, pero ya no recuerdo la tesis en particular, aquélla que me ponía los pelos de punta. Ya no recuerdo nada. Ya no es necesario. Hay otras cosas ahora. ¿Por qué se van? ¿por qué me da pena que se vayan? Mejor, dejar ir, que se vayan.

Esta mañana he pensado una cosa super tocha. Estaba hablando con Ricky en la puerta de la moral. Le cabrea que uno de los cabezaalbercas, muerdesartenes, peinaovejas que escriben libros didácticos para la pedagogía social ortodoxa describa la paz como la responsabilización de los demás. A mí me gustó mucho Ética para Amador, y por supuesto tengo a Ricardo como una auténtica autoridad en lo que refiere a los asuntos de la cabeza y del corazón, cuando éstos colisionan.

"La responsabilidad, ¡no! Ahí empieza la guerra. Imagínate que yo me responsabilizo de ti. Te veo fumando, y te tiro el cigarro al suelo. Y te digo; ¡¿qué haces, Conrado?! ¿No ves que eso da cáncer? Ahí crearía un conflicto". Yo no tengo derecho a imponerte eso".

Comenzamos a debatir durante un tiempo la línea de aquello. Siguió explicándome hasta que todo tuvo bastante sentido, y pensé en aplicarlo a mi vida diaria. Ahora bien, ¿quedará como una tesis que tendré que defender? ¿llegará  a formar parte de un pensamiento más complejo?

"Es como lo que hablamos el otro día de la ablación", me dijo. "¿Qué vas a hacer para prohibirlo?". "Claro, ¿qué vas a hacer? ¿poner policías en cada puerta de cada casa?", respondí. "Eso generaría violencia", me afirmó convencido. "La paz no está en responsabilizarse de los demás. Eso es lo que genera guerras".

Cuando uno encuentra el camino hacia Dios y se hace responsable de los demás para que no vayan al infierno, su infierno, eso genera las guerras religiosas. Antonio me diría argumentos para defender el bien frente al mal, porque tendría razones para pensar que algo es mejor que otra cosa. Si lo hace con el vegetarianismo, no digamos ya con la ablación. Pero estaría de acuerdo con los pasmasuegras, zurcefrenillos, cenutrios, y no; esta es la cosa: responsabilízate de ti. No mires hacia la utopía del mundo de ángeles. Crea el mundo ya, ahora, en ti. Acéptate.

Ahora, un poco de in - formación.

Según Epicuro, existen dos clases de deseos: los naturales necesarios, relacionados con la supervivencia; y los naturales no necesarios, que provienen de la cultura, política y vida social. La satisfacción de los deseos es lo que produciría placer, el cual a su vez, para los epicureístas es lo que conduce a la felicidad, sin embargo, existen placeres que son completamente vanos y que conducen a un dolor mayor que el placer inicial, estos placeres producen intranquilidad y deben ser evitados por la razón, ya que alejan de la "ataraxia". La filosofía es una vía hacia la ataraxia, ya que esta es considerada también: «la tranquilidad espiritual propia del sabio que distingue los deseos naturales de los que no lo son y es capaz de alejarse de aquello que es vano».

Pero el camino de la aceptación es duro. Porque se sigue de la conciencia de lo que uno es responsable y de lo que no, y esto es difícil de alcanzar. Hay que actuar lento pero con decisión. Una decisión templada, consciente.

Los autores escornacabras, lloramigas, peinabombillas, afirman que sólo una posición egocéntrica defendería hacerse responsable sólo de uno mismo. Ellos podrían entender que el yo no es sólo yo. El yo está interconectado con el que tienes enfrente, con lo que tienes enfrente. Con lo que tienes más allá, también. ¿Quizás a través del DMT?

martes, 2 de diciembre de 2014

Verdad como repetición

- La verdad es la repetición natural de una sentencia.
- Pues sí.
- ¿Cómo que sí? Dime que no, o que no lo entiendes, sino esto se acaba demasiado pronto.
- Vale vale, no te pongas así, cuéntame, voy a hacer de tu otro yo.
- Ay, pero no lo llames así, ¡que parece que estoy loco!
- ¿Lo parece?
- ¡Calla, ideputa! Y no mientes más la locura, que es tema escuro y trillado...
- ¡Cómo se nota que lees el Quijote, ¿eh? *sonríe con picardía*
- Sí, bueno, jeje, es un acto de voluntad persistente, y quiero que todo el mundo lo sepa *se sonroja, da botecitos con la cabeza y ríe frenéticamente*
- Bueno, ¿qué coño me ibas a contar, o te ibas a contar, o...?
- ¡Coñó! ¡Es verdad! Mira, es una cosa que se me ocurrió en una situación muy muy graciosa..
- ¿Ibas fumao verdad?
- ¿Te quieres callar?
- Pero si ya lo sé, ¡si soy tú!
- ¡Tú no eres naide! ¿Y si lo sabes, pa qué preguntas? ¡Déjame contar mi maravilloso descubrimiento filosófico!
- Va, va...
- Bueno, pues sigue tal que así...

[...]

La verdad no es más que la repetición. Pero es una repetición diferente de la mentira.
En principio partimos de cómo se produce el conocimiento. Esto ya lo dijo Hegel, y fue años después de leerlo cuando llegué a la conclusión, por lo que deduzco que tardé bastante en entenderlo bien. En el mundo hay subjetividades. Cuando dos cosmovisiones o formas de ver el mundo se enfrentan, tienden a poner lo común. Poner ahí lo común es comunicar el conocimiento sobre el que estamos de acuerdo. Es un principio básico para comunicarnos fluidamente con otro ser humano, que nuestras cosmovisiones no sean muy diferentes, pero entre los dos seres humanos más remotos de la Tierra, entre un señorito sevillano y un indígena de Papúa Nueva Guinea, pueden ¡con todo! entenderse y hacer algo común. Pueden sonreír al mismo sol, pueden señalar objetos y entender que uno le llama piedra y el otro toc. Pueden cocinar algo juntos, compartiendo gustos por la buena comida, e incluso dejar a un tercero atónito con su vestimenta; digamos, a un malagueño.

Además, pueden tener diferencias. Mientras el segnoritus sevillannus común está buenamente acostumbrado a creer en un dios cristiano, personal y, sobre todo, bien vestido, el pappuanus de la tribu de los Vanuatu cree fervientemente en un dios tribal, guerrero y poderoso que se halla en todas las cosas que le rodean. A ambos les puede gustar el fútbol, aunque el sevillano defienda el maravilloso Betis Balompié y el papuano no tenga ni idea de qué alimento sea la Champions League (a veces la comunicación no dá para más).

De modo que cuando uno dice un enunciado sobre el mundo real, como "el sol es bonito", llegan a la conclusión de que eso es verdadero. Cuando dos subjetividades se juntan, construyen el conocimiento repitiendo lo que el otro ha dicho. Cuantas más subjetividades se junten, de mayor calidad será el conocimiento, porque abarca más puntos de vista, oséase, un contexto más amplio. Entre dos personas se pueden poner de acuerdo en que "el sol es bonito", pero cuanto más personas se pongan a pensar sobre el mismo tema, de mayor perduración a lo largo del espacio (en el mismo tiempo) y del tiempo (en el mismo espacio) será el producto. Por ejemplo, a medida que la cantidad de subjetividades aumentase, la sentencia evolucionaría de la siguiente manera.

A (Papuano): "El sol es un dios omnipotente muy bonito que transmite calor y fecundidad a la Tierra"
B (Sevillano): "El sol es un astro precioso que se halla en el centro de nuestro sistema solar"
Síntesis de A y B u Objetividad: "El sol es, y es bonito".

A cuantas más subjetividades metamos en el proceso, mágicamente, surgen, no más verdades, sino de mayor calidad, perduración y validez objetiva y universal. No sólo eso, sino que cada subjetividad se ha empobrecido necesariamente para dar a luz lo objetivo. Es innegable que el conocimiento que poseían antes sobre el mundo ha disminuido en cantidad, porque ahora conocen que lo esencial que une a las subjetividades, aquello que podrían defender hasta la muerte, no es que el sol sea ese dios ni esa preciosidad luminosa, sino que es, al menos, y es bonito. Cada uno deja de lado una creencia porque aquello que repiten entre sí es más acertado que lo que no.

La síntesis de A y B será algo que tanto el papuano como el sevillano estarán dispuestos a defender como verdad. Por tanto constituye otra tesis, como decía Hegel, o mejor, lo común de esas cosmovisiones particulares, aunque para ellos constituye algo intachable. Pero eso tan común, verdadero, objetivo y eterno puede ser tumbado.

Al entrometerse otra subjetividad puede poner en duda el concepto de sol que tenían. Por ejemplo, un teórico del arte podría decir que no está de acuerdo con que el sol sea bonito porque la belleza es relativa a la cultura, y no puede hablarse de la objetividad de la belleza. Por tanto la frase quedaría reducida a "El sol es". Con el tiempo, los grandes observadores de la realidad, los científicos, amparados en los años de acumulación de conocimiento, de cruce de subjetividades y de empobrecimiento de subjetividades, descubrirían que el sol es algo que hemos decidido llamar "estrella", que es un astro de ciertas características, que se halla en el centro de nuestro sistema solar, que se halla a una temperatura altísima porque sino, dada la distancia a la que se halla de la Tierra, sería imposible que nos llegara su calor, etc. Todo esto ha sido el resultado de un proceso de empobrecimiento de subjetividades (culturas en torno al sol como dios, como demonio, como la madre de todo, como una trama publicitaria de McDonald's -sí, la subjetividad de un paranoico también es verdad, aunque sea sólo para él-) en favor de una construcción de objetividades, porque queremos ponernos de acuerdo. Esto es importante: queremos ponernos de acuerdo en qué sea verdad.

El problema es que conforme queremos definir qué sea verdad para unas mentes blanditas como las nuestras, el sentido de verdad hay que despegarlo de lapas como lo verosímil, lo infalible, lo efímeramente verdadero e incluso lo falso. Y aquí entra mi otro punto. La mentira. La mentira es estructuralmente lo mismo que la verdad: la repetición de una cosa. Al papuano le parecía verdad que el sol era un dios omnipotente hasta que se cruzó con el señorito sevillano. Porque en la tribu donde nació le repitieron una y otra y otra vez que eso era así. Pero esto ocurre porque el contexto científico de occidente está más desarrollado que el de Papúa, ya que la cantidad de subjetividades puestas en común para formar conocimiento ha sido mayor a lo largo de su historia que en el caso de los papuanos. El proceso se ve mucho más claro si ponemos en común dos subjetividades del mismo continente; que ya de por sí es difícil poner de acuerdo en sus ideas sobre la realidad, a un europeo mediterráneo con un noreuropeo. Un italiano puede haberse repetido mil y mil veces que lo esencial para conocer el mundo son los sentimientos y los sentidos, y un finlandés puede estar convencido de que lo crucial es la infalibilidad del conocimiento racional. Tras poner en común sus subjetividades, pueden llegar a la conclusión de que la sensibilidad es importante porque sólo a través de ella conocemos la experiencia de la cual sacamos conclusiones racionales, y de que a la inversa, la racionalidad es importante porque con ella podemos abstraernos y predecir qué va a ocurrir en la realidad y por ende, en nuestra sensibilidad. Esto es una negación de sus anteriores cosmovisiones y un enriquecimiento de la durabilidad de su conocimiento.

Ahora bien, ésto no les supone ningún esfuerzo. No es más que pensar, y pensar es "lo menos que se puede hacer con una cosa", "una cosa que casi no parece tal" (O. y G.). Nos es natural sacar estas conclusiones. Sin embargo es un esfuerzo de voluntad tremendo mentirnos a nosotros mismos. Por eso convencernos de cosas que resultan en principio ajenas a la razón es algo que sólo se puede hacer repitiéndonos constantemente que algo es así. Creer en dios es un acto de voluntad porque la razón por sí sóla llega a la conclusión de que hay algo misterioso en el universo, muchas cosas misteriosas de hecho, pero no de que ese algo misterioso es el principio creador y que responde a todas las preguntas. La posibilidad de que dios exista es algo verdadero, pero el creer que sí es un acto volitivo, por eso es creer y no saber que existe. Por eso lo natural es la tendencia a la verdad. Por eso hay algo que llamamos bagaje científico y que aceptamos como nuestro cuando otras generaciones humanas lo han hecho por nosotros, y para nosotros y los que vengan. Porque es más fácil y liviano repetirse una verdad que una mentira. Por eso conforme pasan los años la mente te pesa menos. Sobre todo si no te has empeñado en definir entre los 15-25 qué has sido y qué vas a ser el resto de tu vida. No lo sabes, pero la incertidumbre te mata. Tienes que saberlo. Y como no lo sabes, te esfuerzas en mentirte, en contarte historias de realización personal. Simplemente no lo sabes, entre otras cosas porque no sabes el futuro, y saber esto es natural. Yo no sé qué voy a ser, y eso me deja inquieto, con ganas de moverme todos los días, de hacer cosas, de crear espontáneamente todo tipo de arte y pensamiento. Eso me deja la mente ligera para que pueda concebir cualquier experiencia nueva como tal, y no como una mera repetición de lo mismo, y de lo mismo, y de lo mismo.

domingo, 1 de junio de 2014

Creo que nunca he publicado poesía. No voy a empezar ahora.


Te quiero. Y no se porqué, pero te quiero. Tengo esa sensación de alivio de cuando has terminado de llorar, pero no he soltado una lágrima en meses, ¿por qué será? He vivido, olvidado y bebido más allá de lo contado, de lo acontecido pero jamás he sido arisco, pocas veces he mentido. He sangrado, ya cansado, tu amor muchas veces. He visto tantas fotos que me hacen enloquecer, que poco a poco pierdo el hilo de eso que llamaba yo mi vida y ahora me encuentro, sólo, ante un silencio vacío que me estremece. / Lo que daba por sentado era que había nubarrones, pero pensé que se irían cuando le echara cojones. Cojones, que no se van, que no se quedan, acechan siempre al miedo cuando menos te lo esperas. Creo que la gente de verdad está en los bares, en las calles, las paradas de bus, las raves, y cuando yo estoy ahí metido fusilando al enemigo, cuando estoy perdido entre mis charcas y mis hilos, tejiendo una vida que ya no pudo ser en alguna parte, entonces, sueño contigo. Entonces, pierdo el alcance, de aquel romance que ganó mi cumbre, y perdió su servidumbre, ganó en alumbre, perdió en tangible realidad, ganó una medallita que no sirve pa fundir en plata. / Más tarde todo pareció distinto, unas veces blanco, otras tinto, de bar en bar barría los restos de mis copas, y buscando alguna loca perdía la sintonía. No hay borracho sin olvido ni fumeta sin dolor, no pienso que le gente haya perdido su color, no creo que el amor se haya olvidado, creo que aquello en que la gente cree, es por lo que ha luchado. Si lo perdiera, si lo dejara, si lo forzara a ahogarse, a rebelarse en silencio, en mis entrañas, jodería pues la madre que me parió un día en el mundo y al verme dijo sí, este va a ser todo lo que yo no pude. / Así me convertí en la persona que soy, con un pie en cada mundo voy, no pierdo la fe en que algún día, entre la pereza y la melancolía encuentre la felicidad, vaga iluminación desde el fondo de mis vidas anteriores, seguro que las hubo peores, inquisición, guerra santa, maldición, fogones, ahora voy, a vivir a la ciudad de las artes, mírame, antes decías que no sería capaz de superarte. / Así me convertí en la persona que soy, las comparaciones son odiosas, por eso con mis propios deseos me bato, si acaso acato, de vez en cuando la voz de la razón para no perderla, pero al rato, me odio a mi mismo si no paro de obedecerla. / Así me convertí en la persona que soy, voy, con un hemisferio en cada convoy, uno es el tren a Feeladelphia, el otro son cowboys, de la lógica, la muerte cerebral, el día de hoy.