domingo, 1 de junio de 2014

Creo que nunca he publicado poesía. No voy a empezar ahora.


Te quiero. Y no se porqué, pero te quiero. Tengo esa sensación de alivio de cuando has terminado de llorar, pero no he soltado una lágrima en meses, ¿por qué será? He vivido, olvidado y bebido más allá de lo contado, de lo acontecido pero jamás he sido arisco, pocas veces he mentido. He sangrado, ya cansado, tu amor muchas veces. He visto tantas fotos que me hacen enloquecer, que poco a poco pierdo el hilo de eso que llamaba yo mi vida y ahora me encuentro, sólo, ante un silencio vacío que me estremece. / Lo que daba por sentado era que había nubarrones, pero pensé que se irían cuando le echara cojones. Cojones, que no se van, que no se quedan, acechan siempre al miedo cuando menos te lo esperas. Creo que la gente de verdad está en los bares, en las calles, las paradas de bus, las raves, y cuando yo estoy ahí metido fusilando al enemigo, cuando estoy perdido entre mis charcas y mis hilos, tejiendo una vida que ya no pudo ser en alguna parte, entonces, sueño contigo. Entonces, pierdo el alcance, de aquel romance que ganó mi cumbre, y perdió su servidumbre, ganó en alumbre, perdió en tangible realidad, ganó una medallita que no sirve pa fundir en plata. / Más tarde todo pareció distinto, unas veces blanco, otras tinto, de bar en bar barría los restos de mis copas, y buscando alguna loca perdía la sintonía. No hay borracho sin olvido ni fumeta sin dolor, no pienso que le gente haya perdido su color, no creo que el amor se haya olvidado, creo que aquello en que la gente cree, es por lo que ha luchado. Si lo perdiera, si lo dejara, si lo forzara a ahogarse, a rebelarse en silencio, en mis entrañas, jodería pues la madre que me parió un día en el mundo y al verme dijo sí, este va a ser todo lo que yo no pude. / Así me convertí en la persona que soy, con un pie en cada mundo voy, no pierdo la fe en que algún día, entre la pereza y la melancolía encuentre la felicidad, vaga iluminación desde el fondo de mis vidas anteriores, seguro que las hubo peores, inquisición, guerra santa, maldición, fogones, ahora voy, a vivir a la ciudad de las artes, mírame, antes decías que no sería capaz de superarte. / Así me convertí en la persona que soy, las comparaciones son odiosas, por eso con mis propios deseos me bato, si acaso acato, de vez en cuando la voz de la razón para no perderla, pero al rato, me odio a mi mismo si no paro de obedecerla. / Así me convertí en la persona que soy, voy, con un hemisferio en cada convoy, uno es el tren a Feeladelphia, el otro son cowboys, de la lógica, la muerte cerebral, el día de hoy.

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