Estoy agotado. La rutina, diaria, me vacía. Los desórdenes, apalabradas, se mezclan. Y es por una causa muy sencilla todo esto en realidad.
Maldita sea la estupidez, infinita en el ser humano, que nos ha dejado en este destierro, en este andén abandonado, en este arcén que es la sabiduría práctica. En cuanto buscas algo que se desvíe de lo básica y auténticamente humano, descarrilas. Dejas de apuntar a lo importante y te centras en lo real, en lo causal, material, formal, da igual, final, fatal: madurar hacia lo conformista es cosa de tontos. El mundo que merece la pena es entendido con los sentimientos, intuiciones fuertes y una pizca de razón, pero hay que domar a esta última. Nunca me prometí a mí mismo ser fiel a nada, o ser auténticamente yo, simplemente me perjuré adaptarme para encontrar mi hueco allá donde fuera en esta vida, y eso caduca en cuanto uno se queda en un lugar, cuando uno deja de apuntar alto, cuando ya no importa si un párrafo es más largo que otro, y se cede con el nerviosismo ante todos los pasos que da la inspiración. Es una escritura más amarga porque no estás escribiendo plenamente con todos los sentidos activos. Antes escribir era un orgasmo mezclado con un brote psicótico, ahora es todo un ceda-el-paso a la inspiración. Si viene en verso, versemos, si viene en prosa, paseemos. Recuerdo un momento en que era el amo de mis sentimientos, pero ahora flotan a mi alrededor como moscas esquivas que zumban, burlonas, y la inspiración llega intermitentemente y casi siempre maltrecha. Agotada por el viaje. Agotada porque no me abro. Cada experiencia debe ser máxima, esta norma no sirve. Este es el error. Cada experiencia debe ser, no más: hasta ahí debes saber.
Siempre apuntando lejos, igual que mi hermano. Siempre quise ir a Londres, Berlín, Nueva York... luego a las islas bonitas, a las costas de arenas blancas y las montañas de altos picos nevados... más tarde a países exóticos, capitales que hacen explotar tu cerebro, Hanói, Tokyo, quiero ver hombres, mujeres perdidos, quiero ver el fin de la espiral del vicio en un casino indio, quiero dormir en las calles de Chile durante una semana y despertarme, despegarme la colilla de los labios, dirigirme hacia el mar y, desnudo, renacer en sus aguas. Quiero fumar cosas raras con los chinos, hacer rituales purificadores y violar a la mujer del gran jefe indio. Quiero beberme los licores ancestrales de las tribus perdidas en las páginas del tiempo. Quiero, en definitiva, viajar por el mundo como si viajara por la historia. Pero la vida es puta, e irónica, sobre todo irónica. Y cuando me propuse encontrar todas esas experiencias en Málaga, bueno, ahora encuentro más matices aquí, pero no es lo mismo. Empiezo a pensar que le debo cosas a esta ciudad, que me he criado aquí, que siempre será mi hogar... empiezo a normalizarme, a conformarme, a imaginarme una vida aquí.
Dios, qué asco. Es una putada tener un vínculo emocional con algo que no te conviene, pero al final supongo que eso es el amor. No obstante, ¿acaso no estamos aquí para romper los tópicos, para hacerlo a nuestra manera? Redefinamos el amor, cuyo concepto rococó está pasado de moda. Que le den a la estructura victoriana y a la monogamia. Podemos intentarlo, siempre podemos intentarlo.
Siempre quise apuntar lejos, y ahora que intento contentarme con el hoy, mi cerebro está mucho más silencioso. Ahora que intento pensar en el ahora, en cómo rentabilizar mi tiempo, en ser productivo hoy pensando en un trabajo del mañana... ahora no pasan por mi cerebro mil explosiones confusas. No sé qué hacer porque me dedico a buscar cosas que me inspiren, cuando la inspiración de verdad siempre me había encontrado, siempre supe que respondía a mi llamada espontánea. Esto es mucho más sencillo de lo que parece.
No se trata de buscar para, no se trata de vivir para, olvida que "si me centro en lo que me gusta entonces lo demás irá sólo", y no pruebes a cambiar de estrategia cuando sabes que cualquier estrategia vale si es con confianza. Vale todo con confianza, vale el 100% de tí. Vale que le sueltes a alguien que acabas de conocer, no veas, qué mal me caes, y eso que te acabo de conocer. Debimos ser hermanos en otra vida. ¿Ves? Lo arreglas, pasa con todo. Vales al 100%. Olvida todos los peros, temores... ¿Te gusta esa chica? No tienes que pasar de ella para que venga, no tienes que buscar tu pasión en la vida para que venga por otro lado. Tienes que buscar tu pasión en la vida. Y punto. Si no es lo suficientemente psicópata como para entender que estas cosas trascienden las putas normas sociales, debiste darte cuenta antes de que no era para ti. El miedo a equivocarte y a perderla te hará conformarte con algo mediocre. La conoces, la tienes, está ahí.
El (auto) mensaje, y el completo caos que implica que me haga esto a mí mismo, porque realmente no se ni porqué escribo esto aquí, es muy sencillo. No busques un algo en la vida para otra cosa. Busca las dos cosas. No subyugues, no subordines. En la vida lo que se quiere se persigue, y lo que no, no. Las estrategias de la vida no se plantean como si ella fuera una amante caprichosa, celosa y arbitraria. Tiene sus normas, y no normas en el sentido rígido racionalista, sino que comprenden toda una serie de principios básicos que cada cual descubre a su manera, y que para mí consisten en amar y confiar para adaptarme a todo. Mi única constante es el cambio, pero necesito cambio. Necesito someterme a la adrenalina y la locura que supone realizar todos mis deseos, mis ambiciones, mis impulsos y si desembocan, entonces, en un terrible final, habrá sido algo que, por lo menos, merezca la pena contar.
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