viernes, 8 de mayo de 2015

La diferencia ha muerto. Viva la diferencia.

- Es muy sencillo en realidad. Creo que no se oponen necesariamente. Creo que ambos son puntos de vista que pueden retroalimentar.

[...]

- Mira, tenemos obras de arte que nos inspiran para seguir pensando. Tenemos herramientas de la lógica que nos permiten pensar correctamente. Como filósofos disponemos de todo eso, y sin embargo nuestro orgullo se interpone entre nuestra conciliación de objetivos y medios, de arte y de lógica, de ciencia y de poesía. ¿Cuántas veces los descubrimientos de la ciencia vinieron profetizados por el oráculo de Delfos? ¿Cuántas veces la experiencia subjetiva de la dualidad utilidad - exceso o productividad - derroche improductivo permitió a las mentes pensar con más claridad las ideas? A mi juicio ambas son igual de misteriosas y productivas, aunque algunas más indirectamente que otras.

- Pues llama a una filosofía y a otra arte, y no tendrás problema con ningún pensador. Los postmodernos estarían de acuerdo en llamar a su pensar "arte del discurso" o "arte de la ciencia", estoy seguro. Que contribuya a la filosofía no hace que sea filosofía.

- ¿No ayudan entonces las decisiones vitales, las experiencias subjetivas, irreductibles a conducta, a hacerte crecer como persona, o como filósofo? Por ejemplo, hacerte vegetariano es una decisión vital que retroalimenta tu sentido ético sobre el mundo, tu concepto de justicia/injusticia.

- Lo de irreductible  a conducta lo dejaré pasar, y volvemos a lo mismo... También los pimientos te ayudan a hacer filosofía porque te alimentan, y necesitas comer para poder pensar tranquilo y cavalmente.

- Entonces ¿cuál era la crítica? Los postmodernos somos... eso, una especie de fracasados que no hemos entendido la filosofía como debe ser, y por tanto nos dedicamos a pensar de otras maneras, y queremos lograr estados de comprensión absoluta sin utilizar las - para nosotros - tediosas herramientas de la lógica, porque requieren disciplina y praxis en torno al término medio, algo que los postmodernos no poseemos. Por eso nos inventamos términos y les damos un sentido súper importante.

[...]

Y ¿por qué tenemos razones para pensar que tenemos razón? ¿por qué nos ponemos de acuerdo?

- Porque habláis de lo misterioso, y lo innombrable, para acto seguido nombrarlo, con lo cual es normal que tengáis cosas en común, y que parezca que habláis de lo mismo. Es que de hecho habláis de el límite, o lo que se halla más allá del límite de la razón, y una vez que pongas esa traba a la razón, todo lo que queda fuera es, lógicamente, todo lo que queda fuera del sentido común, del mirar hacia adelante.

- Pero ¿no se trata la lógica de criticar los presupuestos? Como diría Wittgenstein, pensáis en pequeño. La filosofía es sapere aude, es pensar, y pensar es algo que cada uno hace a su manera. Es como vivir, es un arte, y también, a veces, una ciencia, claro. Requiere de la herramienta científica para un montón de cosas, incluso para las decisiones vitales. Bueno, me voy del tema.

[...]

Entiendo que no todo el mundo está hecho para la filosofía. Entiendo que haya filosofías mejores que otras, porque todo el mundo puede pensar y opinar pero no todo el mundo puede hacerlo bien. Entiendo que, es posible, digo posible, que nos dediquemos a darle vueltas a un concepto innombrable que en último término es innacesible. Pero también hay una filosofía postmoderna que no critica lo científico. Eso es precisamente algo que se halla muy a menudo en los autores que leo ahora. Hay una crítica al ego. Es muy fácil leer a Derridà y de repente atacar a la ciencia como si fuera una ramera, y que por dos o tres defectos se quiera, se pretenda, hacer estragos en un acceso a la verdad que es investigación pura, empírica, directa al cerebro. Es muy fácil, digo, dejarse llevar por el ego, y creer haber descubierto la verdad reservada a unos pocos. Igual que en poesía se hace mucha referencia a los oprimidos, a los marginados, a los doloridos, los incomprendidos... Y parece que todos nos identificamos aunque a veces seamos opresores y otras oprimidos, aunque a veces no comprendamos a los demás y otras veces seamos nosotros los incomprendidos.

[...]

Lo que hay no son dos bandos, son dos formas de buscar la verdad que vienen de la misma intención. La ciencia puede buscar nuevos objetivos en base al poder predictivo o historiador de la intuición postmoderna. Por ejemplo, una ciencia neutral, sin el freno ideológico de las religiones. Veo bien el neoliberalismo por esto; los que quieran perseguir la verdad se pueden apoyar entre sí, financiarse, y aquellos a los que satisfaga su alma una religión que crean que el Sol gira alrededor de la Tierra, pueden apoyarse entre sí. Una vez que somos realistas y vemos el conflicto inevitable que surge de la convivencia, no nos queda otra que aceptar que, de vez en cuando, el peligro es posible, porque también tienen cabida en la sociedad neoliberal personas ligeramente peligrosas.

- ¿Y por qué no avanzamos todos juntos hacia un estadio de comprensión mutua, de solidaridad intercultural a través de la razón, del sentido común, de la empatía, en lugar de aceptar que siempre va a haber conflicto e intentar separarnos como humanidad?

- Tienes razón. Las ideas unen. Perseguirlas es un fin muy noble. Alcanzarlas ya es otra cosa, pero sí, podría servir. Entonces vas educando poco a poco, y, generación tras generación, la gente se va haciendo más racional y, por tanto, más comprensivas y cordiales cuando surja el conflicto. ¿Qué conflicto queda cuando todos buscamos entendernos? ¿Surgirá algo en torno a lo que haya que ponerse de acuerdo cuando todos estemos de acuerdo? Y entonces, ¿para qué nos relacionaremos? ¿para comprar alimentos, o sexo, o drogas, o para relaciones laborales? ¿Y ya está, la vida es eso? ¿Y quien quiera podrá buscar la verdad cómodamente, sabiendo que estará seguro, vacunado...?

- Es que tampoco en el sentido común se ponen todos de acuerdo; es complicado...

- ¿Somos los postmodernos unos inconformistas radicales, y punto?

- Sí.

- Pero, ¿y lo de "nada hay fuera del texto"? Es precioso descubrir que estamos atrapados por las redes del lenguaje, que sólo podemos pensar en él. Pero sí, somos unos inconformistas... Seguramente tengamos miedo a ser hipsters porque sería demasiado mainstream. Seguramente nos dé miedo ser, en una sociedad en la que ser es ser etiquetado. Seguramente no queramos caer en términos banales por miedo a lo que hago con mi "valioso espíritu", por miedo a utilitarizarnos. Seguramente no queramos hacer daño a una mosca, pero luego en el día a día caigamos en todas las etiquetas más banales. Tenemos miedo a ser banales, y preferimos no ser nada, que es ser todo. Preferimos la muerte de lo superficial antes que ser superficial nosotros mismos. Hablamos de lo más profundo porque no somos profundos, pero queremos experimentar ese acceso a la verdad. Con palabras complicadas, que den sensación de omnicomprensión.

Pero me parece duro, con todo, descartar a Nietzsche, Heidegger. ¡a Bataille, por dios! a Schopenhauer, y al último siglo de filosofía francesa... Así, todo de un plumazo, porque no refiere a nada aquello que dicen... Si, todos ascetas, o drogadictos, o solipsistas, o salidos... Son etiquetas, ¿no? Cayeron en las más banales, ahí lo llevamos.

Sí, es un buen punto. Sigo con Bataille porque creo que los términos con los que refiere a lo real son más los de un profeta que los de un filósofo. Pero la intuición es algo poderosísimo, y que abre tantos caminos a la ciencia como al arte. Si con la intuición no basta para la filosofía, entonces, tendré que llamar a lo mío arte. Y es mi arte, y nunca le aplicaré, quizás, la disciplina suficiente para que genere algo duradero, objetivo, un regalo para la ciencia. Pero la verdad no me interesa tanto como la vida, o como lo que se puede decir, o cuántas formas hay de pensar, que, como diferentes sustancias, te hacen percibir una realidad u otra. ¿O sí me interesa? En realidad, llevo bastantes años en este planeta y siempre sé que he dejado de hacer algo que estaba en mis manos hacer, siempre he pensado que las horas de pereza y de dejadez podrían ser horas de escribir, simplemente, como aquí, para darme cuenta de lo que pienso, que no son sólo palabras desordenadas y lo que pasa todo se guarda, y luego regurgito, y aquí lo suelto. Siempre he pensado que si escribiera todos los días una hora o así, me iría mejor en todo. Me daría cuenta de más cosas. Y ya va siendo hora de que lo haga.

- Bien, muy bien.

- Gracias por la agenda que me regalaste, Cavu. Es un regalo mayor del que podrías imaginar.

- :)

- Entonces, ¿sólo quiero tener una opinión rompedora y hipster, y no quiero la verdad sino la atención? Es que me parece muy ruin que tanta gente haya tirado de cháchara por tener un poco de fama... Pensar con la imaginación, y todas estas cosas... Es que sí que se puede ver un tránsito entre la filosofía canónica, la postmoderna y las ideologías o pseudofilosofías de la gente corriente... Quizás si que somos unos pretenciosos; unos hippies, o hipsters, o violentos... reprimidos y pretenciosos. Pero somos valientes, también. Creo que hace falta valor para hacer lo que hizo bataille. ¿Por qué no puede llamarse filosofía de las pasiones? Yo la voy a llamar así. Luego Foucault y estos me parece que como sociólogos están bien, otra cosa es la validez de la sociología, claro... Al final has de mantener la mente mínimamente cuerda para ver más allá de las relaciones de poder que te impedirán disfrutar de una vida normal. Jeje, normal. Me pasa hasta con mis amigos, tío. Cuando dicen algo normal, caen bajo una crítica postmoderna, y yo me lo callo porque sé que son inconscientes, pero ahí me quedo, afanado en mi rayada intraespeculativa, que si YO tengo un ojo abierto en la conciencia que ellos no, buaf. La verdad es que, más que rompedor o liberador o redifinidor, como pretende ser, resulta más bien triste. Y eso es, todo, triste.

No hay comentarios:

Publicar un comentario