El sabor y el saber de los veinticinco. Ya está aquí otra vez. Esa magia. Maldita y bendita sea. Se me pasan las horas volando. Exhausto, vuelvo otra vez a por ese líquido de oro que me extasía y me cura. Anonadado, me hallo con fuerzas, e inteligente. Medio muerto, casi vivo, y todo el día como drogado.
Y vuelve otra vez la cansada dialéctica. No seré yo quien llame. No seré yo quien lo eche a perder. No, otra vez no, nunca más. Desde aquél horrible día tengo el corazón más frío. Interpreto mi personaje, aunque tiene todas las papeletas de enterarse, pues esa es su especialidad.
Sé fuerte, me digo.
Valor, valiente! - me insta Ricardo.
Voluntad y valentía, me dijo bajo otras formas en el crepúsculo de las ideas.
Eres una de las personas más valientes que conozco - me dice mi amor.
Hombres bellos, hombres valientes - me dice ella con su voz perfecta.
Con su voz perfecta. Con su voz. Con su voz. Es tan bonito que casi no lo aguanto. Lo que no aguanto es, claro está, el semblante indiferente ante una persona decente. Ante alguien que me hace sentir así. Así de bien. Y quiero que sea así, sencillo. Condones que permiten la fuga en cualquier momento. Pero esos ojos. No, no quiero que se vayan. Prefiero mi fuga, continua y desconcertante. Miles y miles de veces prefiero eso, antes que tu ausencia, tu huida, tu miedo.
Ya está aquí otra vez la primavera. Y con ella, su superclítoris, su voz femenina. No existen las casualidades; menos aquí. Y yo, mi ego, es el que habla, el que acalla el erotismo de los corazones. El que pone estabilidad por encima de la creación y destrucción desmesurada de pasiones. El que identifica la obsesión y, en un alarde de progreso, la reprime, la inutiliza en base a una práctica con menos sufrimiento y más placer. Si en el fondo somos epicúreos por naturaleza.
Y tendré que guardar las palabras, y escribírtelas en una carta. Tendré que convivir con la eterna efimeridad, porque estaremos siempre juntos. En este universo, en el que el tiempo no es más que una ilusión, tú y yo estamos juntos siempre. Siempre un abril, siempre una primavera. Siempre este año random.
Te ataré a la cama, chispa de mi llama, para que no te aten mis sentimientos.
Alicia muchas veces habrá podido ver a un gato sin sonrisa, pero nunca a una sonrisa sin gato. "Siempre llegarás a alguna parte si caminas lo bastante". El gato de Cheshire.
lunes, 20 de abril de 2015
lunes, 6 de abril de 2015
The story of my life
Es siempre lo mismo, ¿verdad? Será siempre así, ¿verdad? ¿Qué hago con mi vida? ¿por qué estoy en una constante lucha por mi, yo, ego, mío? No quiero eso. Odio darme cuenta en sociedad de que soy egoísta. Pero ¿por qué no acepto que es un modo más de ser? Odio a los que imponen su postura, no me creo que sea tan gilipollas. Y luego yo mismo no soy capaz de hacerlo. Está bien, intentémoslo. No funciono como una máquina pero al menos la consciencia me deja pensarlo. Al menos durante un corto espacio de tiempo hasta volver a la eterna rutina y hábitos egoístas con los que debería romper, con los que algún día romperé, con los que se que no se perderán nunca...
Odio que los demás me impongan su postura y a la vez deseo fervientemente que a todo aquél que esté seguro de sus ideas, se le relativicen y se le quite esa puta sonrisa de la cara. No quiero ser así. Pero tampoco hago nada para remediarlo. No puedo cambiar mis deseos, sólo su fachada. No quiero tener una fachada falsa. Empiezo a ver cuáles son las contradicciones que llevo dentro de carácter psicológico que no me dejan bien-estar. Empiezo a batallar con mi ego, reprimiendo todas esas manías y pensando NO, un no impulsivo, un no aterrador, animal. Es mi conducta. Como mi conducta es mala, no. Como la mayoría de casos no encaja, No. Y así no funcionamos. ¿disfrazar? Ya estoy harto. Ya no quiero. Quiero ser taaaaaaaaaaaaan guay. ¿Para qué? ¿Qué importa? Y cuando creo que estoy avanzando, es un paso positivo sólo para darme cuenta de que tengo algo negativo que ocupa ese lugar.
Este es el lado malo de la filosofía. Todo lo que hago a los demás me lo estoy haciendo en realidad a mí. El puñetazo que quiero darle a Cavu cuando es demasiado seguro de mí mismo me reprime luego cuando empiezo a confiar en mí. Ahora empezaría a remontar cosas a la infancia. Ahora debería joderme la cabeza y sentir la contradicción que impera en mi vida entre el ego y el alter, y ponerme de acuerdo conmigo mismo con lo que quiero ser. Pero no quiero dejarme llevar por los demás, pero la intersubjetividad conforma lo bueno.
Conré Herráiz.
Las mil y una noches. O cómo el vegetarianismo cambió mi vida.
Ante todo decir, y mucho más importante que las restantes 77 páginas, que no soy vegetariano. Soy un egoísta, y a veces, hasta egocéntrico y megalómano. Por un momento llegué a sentirme la peor persona del planeta por ser carnívoro. Hay argumentos para pensar que es malo comer carne. No hay argumentos para no pensar que no es malo comer carne. El problema es que vivimos en una sociedad horrible donde se ha instaurado la democracia de las ideas. La única idea suprema es respetar las ajenas. Como si todas las ideas fueran iguales. Como si no hubiera mejor que peor. Y no es sólo la sociedad. Es esa intuición fuerte de que el hombre es biología, es un pedazo de carne en el mundo y lo que haga o deje de hacer resulta mucho más importante para sí mismo que para la sociedad, no digamos ya para el mundo ni para el universo. Si quieres comer carne, come. Si quieres pegarle un cabezazo al frigorífico, hazlo. Esto lo decía mi amigo el gaditano porque se había construido su propia identidad fuertísima en base a la cocaína. Pero ahí lo tienes, un tío despreciable.
No desesperes, Aprende a esperar. No porque todo llegará, no lo sabes. Pero desde luego que no llegará si lo quieres ya.
¿Sabes lo que pienso después de un quebradero de cabeza así? Conciencia. Intento de control porque el mismo control vale. El camino, aunque sea a medias, es camino. Merece la pena ser caminados. No porque algo sea incontrolable del todo significa que debamos dejar de caminar. Eres como eres. Cómo vivir no se aprende de nadie.
Odio que los demás me impongan su postura y a la vez deseo fervientemente que a todo aquél que esté seguro de sus ideas, se le relativicen y se le quite esa puta sonrisa de la cara. No quiero ser así. Pero tampoco hago nada para remediarlo. No puedo cambiar mis deseos, sólo su fachada. No quiero tener una fachada falsa. Empiezo a ver cuáles son las contradicciones que llevo dentro de carácter psicológico que no me dejan bien-estar. Empiezo a batallar con mi ego, reprimiendo todas esas manías y pensando NO, un no impulsivo, un no aterrador, animal. Es mi conducta. Como mi conducta es mala, no. Como la mayoría de casos no encaja, No. Y así no funcionamos. ¿disfrazar? Ya estoy harto. Ya no quiero. Quiero ser taaaaaaaaaaaaan guay. ¿Para qué? ¿Qué importa? Y cuando creo que estoy avanzando, es un paso positivo sólo para darme cuenta de que tengo algo negativo que ocupa ese lugar.
Este es el lado malo de la filosofía. Todo lo que hago a los demás me lo estoy haciendo en realidad a mí. El puñetazo que quiero darle a Cavu cuando es demasiado seguro de mí mismo me reprime luego cuando empiezo a confiar en mí. Ahora empezaría a remontar cosas a la infancia. Ahora debería joderme la cabeza y sentir la contradicción que impera en mi vida entre el ego y el alter, y ponerme de acuerdo conmigo mismo con lo que quiero ser. Pero no quiero dejarme llevar por los demás, pero la intersubjetividad conforma lo bueno.
Conré Herráiz.
Las mil y una noches. O cómo el vegetarianismo cambió mi vida.
Ante todo decir, y mucho más importante que las restantes 77 páginas, que no soy vegetariano. Soy un egoísta, y a veces, hasta egocéntrico y megalómano. Por un momento llegué a sentirme la peor persona del planeta por ser carnívoro. Hay argumentos para pensar que es malo comer carne. No hay argumentos para no pensar que no es malo comer carne. El problema es que vivimos en una sociedad horrible donde se ha instaurado la democracia de las ideas. La única idea suprema es respetar las ajenas. Como si todas las ideas fueran iguales. Como si no hubiera mejor que peor. Y no es sólo la sociedad. Es esa intuición fuerte de que el hombre es biología, es un pedazo de carne en el mundo y lo que haga o deje de hacer resulta mucho más importante para sí mismo que para la sociedad, no digamos ya para el mundo ni para el universo. Si quieres comer carne, come. Si quieres pegarle un cabezazo al frigorífico, hazlo. Esto lo decía mi amigo el gaditano porque se había construido su propia identidad fuertísima en base a la cocaína. Pero ahí lo tienes, un tío despreciable.
No desesperes, Aprende a esperar. No porque todo llegará, no lo sabes. Pero desde luego que no llegará si lo quieres ya.
¿Sabes lo que pienso después de un quebradero de cabeza así? Conciencia. Intento de control porque el mismo control vale. El camino, aunque sea a medias, es camino. Merece la pena ser caminados. No porque algo sea incontrolable del todo significa que debamos dejar de caminar. Eres como eres. Cómo vivir no se aprende de nadie.
SP. La felicidad ha muerto. Viva la felicidad.
Si tu es pressé,
...dépasse moi.
¿Y todo lo bello que nace de la frustración casual?
¿Y el disfraz, y el teatro? ¿Y los espacios creados por y para la imaginación?
¿Y el escape para encontrar - se?
Creemos unos propósitos nobles y firmes, masturbémonos con ideas vacías pero bonitas. Será perfecto. Porque justo prohibirá lo que somos, y nos lanzará al vacío y a la angustia. Y para superarla nos hallaremos ante nosotros mismos. Y ahí nos encontraremos.
La gente fotografía las montañas.
Empuja la Torre de Pisa.
Mira la Mona Lisa.
Por deber, más que por otra cosa.
La gente regala las rosas.
Usa las cosas. Caza las osas.
Vende las musas.
La gente pierde el tiempo.
No es malo enfadarse. No hay nada malo en ti. La suerte nos anima a ello, constantemente. Hay que escuchar al azar, que aparentemente no es nada. Las cosas sí que suceden por una razón. La frustración no es nada más que la oportunidad para crear algo mayor, algo que te trasciende. El arte nos trasciende. Cualquiera que se plante frente a una pieza nacida del dolor y sienta otra cosa que no sea ese dolor, está perdido. No, amigo, no te has perdido a ti. No te ha derrotado la noche, ni el trabajo, ni el sistema. Es que no sabes dirigir tus fuerzas hacia donde tienes que dirigirlas.
No le hagas más fotos a las montañas, y sé como ellas. Perseverantes, magníficas, pero fértiles.
Deja la moto de agua para más tarde, quizás nunca.
Y sé como el río. Adáptate, sin cesar de poner atención a cada surco, a cada orilla.
Y no tengas prisa por llegar al mar que, tarde o temprano, todo el mundo alcanzará.
...dépasse moi.
¿Y todo lo bello que nace de la frustración casual?
¿Y el disfraz, y el teatro? ¿Y los espacios creados por y para la imaginación?
¿Y el escape para encontrar - se?
Creemos unos propósitos nobles y firmes, masturbémonos con ideas vacías pero bonitas. Será perfecto. Porque justo prohibirá lo que somos, y nos lanzará al vacío y a la angustia. Y para superarla nos hallaremos ante nosotros mismos. Y ahí nos encontraremos.
La gente fotografía las montañas.
Empuja la Torre de Pisa.
Mira la Mona Lisa.
Por deber, más que por otra cosa.
La gente regala las rosas.
Usa las cosas. Caza las osas.
Vende las musas.
La gente pierde el tiempo.
No es malo enfadarse. No hay nada malo en ti. La suerte nos anima a ello, constantemente. Hay que escuchar al azar, que aparentemente no es nada. Las cosas sí que suceden por una razón. La frustración no es nada más que la oportunidad para crear algo mayor, algo que te trasciende. El arte nos trasciende. Cualquiera que se plante frente a una pieza nacida del dolor y sienta otra cosa que no sea ese dolor, está perdido. No, amigo, no te has perdido a ti. No te ha derrotado la noche, ni el trabajo, ni el sistema. Es que no sabes dirigir tus fuerzas hacia donde tienes que dirigirlas.
No le hagas más fotos a las montañas, y sé como ellas. Perseverantes, magníficas, pero fértiles.
Deja la moto de agua para más tarde, quizás nunca.
Y sé como el río. Adáptate, sin cesar de poner atención a cada surco, a cada orilla.
Y no tengas prisa por llegar al mar que, tarde o temprano, todo el mundo alcanzará.
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