sábado, 12 de febrero de 2011

De pequeños no éramos felices, sino estúpidos.

No me refiero a que fuésemos felices por nuestra ignorancia, sino a que éramos estúpidos y sólamente estúpidos. Pues una vez que hemos crecido y usamos correctamente nuestro razonamiento, nos damos cuenta de dos cosas:
Primero que, en la mayoría de los seres humanos al menos, se da un progreso en cuanto a lo que intelectualmente se refiere. Tienden a madurar y aumenta su astucia, su responsabilidad y mejoran su habilidad de utilizar el pensamiento. Todo ello acompañado o implicando a un aumento, y este es el progreso más claro y perceptible, de la conciencia sobre el mundo y ellos mismos.
Por otro lado, la felicidad se persigue, no se consigue; y cuando se tiene no se es consciente permanentemente de ella, pues apenas dura unos pocos momentos. Digo esto en cuanto que sólo nos damos cuenta de lo felices que hemos sido cuando el momento de felicidad ya ha pasado; así ocurrió con nuestra infancia, y así ocurre en toda nuestra vida.
En conclusión, la felicidad no es felicidad, sino inconsciencia del mundo y las cosas, de la vida; en esencia, inconscientes. En este sentido fuimos estúpidos de niños, en cuanto que fuimos inconscientes, lo que hoy en día se entiende, erróneamente a mi juicio, por "felices".

Por otra parte he de señalar que, aunque otras personas se hayan dado cuenta, reflexionando, de que un modo de creer ser "feliz" es la inconsciencia, hay algo que empuja al ser humano a seguir siendo consciente, a no idiotizarse. Quizás por el miedo a ser menospreciado en la sociedad al vivir inconscientemente, o puede que sea que el destino del hombre no es ser feliz. Quizás es por el sueño ideal del
hombre, de ser feliz y consciente a la vez, que tanto hemos luchado por él que ya no queremos deshacernos de todo el camino andado y volvernos instantáneamente inconscientes, por orgullo de lo que hemos realizado buscando ser felices. En todo caso, son solo juicios, pensamientos, reflexiones que solo tenemos por culpa de nuestra consciencia. Si no la tuviéramos, y no la tuviéramos nunca, simplemente seríamos lo que hoy llaman "felices", y no nos preguntaríamos siquiera la causa de nuestra "felicidad".

A lo que he de añadir; siendo yo consciente, ¿puedo establecer un juicio sobre que la felicidad está en la inconsciencia? No, pero tampoco puedo, siendo inconsciente, establecer juicio alguno, por lo que estoy seguro de que siendo consciente y racional como en este momento, estoy pensando verdaderamente y, si no verdaderamente, al menos, estoy pensando, que es más de lo que podría hacer en mi inconsciencia.

Además he de decir que, si en algún momento algún adulto consciente ha llegado a creer que habia alcanzado la felicidad (por el medio de, por ejemplo: crear un vínculo familiar, criar a los hijos, tener un trabajo estable y tener tiempo para la reflexión y los disfrutes personales), no es porque sean estúpidos o inconscientes, sino por que no son "felices" de verdad. En primer lugar porque, como he explicado, no son inconscientes; por otra parte, porque estoy terriblemente seguro de que no es una "felicidad" como la que experimentaron de niños. Es una especie de alegría, normalmente intermitente, causada por la realización personal y espiritual, o al menos esto es en el ejemplo que he explicado. Y en este ejemplo, esto es lo más parecido a ser "feliz". Y ejemplos aparte, esta pseudo-felicidad es lo más parecido a la Eudaimonia griega, la alegría, el placer. De jápines.

2 comentarios:

  1. La felicidad es instantánea y pasajera y los recuerdos nos engañan y la engrandecen, haciéndonos creer que dicha felicidad era más densa y acentuada (además de duradera) que en la actualidad; es por esto que piense que no nos beneficia estar comparándolas (la 'felicidad actual' con la de los recuerdos), ya que podríamos entrar en un juego de insatisfacción y tristeza, del cual puede ser costoso salir.
    (:

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  2. bueno, siempre beneficia reflexionar sobre la tristeza en este sentido; si no nos damos cuenta de que no somos felices (comparándo nuestro presente amargo con el recuerdo feliz, por ejemplo), luego no reconoceremos la felicidad cuando llegue.
    Por otra parte, sí, es jodido comparar, sobre todo si se idealiza, como tu dices, el pasado. Pero es humano.

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