martes, 7 de abril de 2009

Prélogo

Realmente, ¿porqué un prólogo ha de hacerse después de la obra? Sería interesante ver cómo he cambiado desde esta primera vez que publico algunos inconexos párrafos, hasta que lleve unos años estudiando filosofía, y absolutamente todo lo que escriba sea incoherente.

Echo de menos las viñetas de mortadelo y filemón, sin trampa ni cartón, ni prólogo. Quizás lo más simple es lo más puro y bueno, porque el prólogo es una conclusión de todo lo que te queda por leer. Y ¿qué gracia tendría la vida si te introdujeran en tu infancia lo que va a ser tu existencia? Añoro los desarrollos inconcluyentes, pues hacer el prólogo de un libro implica no dejar hueco a la interpretación libre. Y lo mejor del arte es que es tan ambiguo, tan abstracto y material a la vez, que una obra artística no merece el castigo de recibir tan siquiera un nombre.

Por eso afirmo que, si algún día me golpea por la espalda la mano divina y puedo publicar una obra escrita, no cambiaré ni una sola palabra de este prólogo.

Prólogo del blog

Para Kolhberg habia seis estadios de la maduracion moral, y solo un cinco por ciento conseguia llegar al sexto. Según su teoria, la mayoria de los que lean este blog serán idiotas, luego sus opiniones carecen de importancia para mí.

Pido perdon por adelantando por los cambios de postura ideológica que realizaré, pero soy relativista; es mi excusa para poder decir de manera intelectual que pensaré lo que me de la gana según el momento y el lugar.

Quiero que quede claro que no busco el apoyo de nadie, pues en cuanto salen seguidores, salen detractores. Prefiero la indiferencia, aunque no sea realista.

Esto va dirigido a aquellas personas infelices, a desquiciados mentales como yo, que creen que es posible ser feliz con poco. Maduros, nos gusta hacernos llamar cuando nadie nos escucha.
Esto está dedicado a lo que J.R. Jiménez denominó La Inmensa Minoría.

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