Voy a delinear mi concepto de Dios. No voy a crear ninguna religión, pero si queréis acompañarme en mis rezos espontáneos, no consisten en otra cosa que en agradecer a la vida permitirnos formar parte de ella. Ah sí, y cumplir el celibato hasta el matrimonio (¿Os imagináis?).
Pero de aquí al matrimonio
sin saber comer un coño
nadie sabe tratar a la rima
como Kase – O, ¡coño!
Concepto de Dios como Vida (vida sentida y con sentido, que tiene duende, porque "algo hay -¡seguro!-"), vida mágica, vida que es magia que nos envuelve y nos hace ver y comprender. Existencia puta, que te da un beso envenenado: un mal trago y una felicidad efímera. Vida que parece que tiene vida en abstracto, fuera de los humanos, y que parece querer enseñarnos cuál es el fin o propósito de la existencia. Pero sólo cuando estemos preparados para reflexionar.
Vida como una energía que ha sentido toda la humanidad, encaminada hacia el Bien, la Belleza y la Verdad. Hay un progreso, porque hay una fuente ontológica que nos constituye como seres orientados hacia este triplete platónico. Lo buscamos y hacemos a nuestra manera, pero la intención ha sido siempre la misma. Esta respuesta se puede obtener en cuanto uno se pregunta ¿por qué el hombre reconoce el Bien como algo superior a él mismo? ¿Se halla en la sociedad? No siempre. ¿Se halla en la cultura? No siempre. Se halla en uno mismo, entonces, en todos y cada uno de nosotros, para destaparla cuando uno esté preparado para hacerlo. Y otra cosa que se halla en uno mismo es la razón, de ahí su carácter divino: es universal.
Vida que nos enseña si estamos dispuestos a aprender, y que nos regala lo que queramos si se lo proponemos de corazón. Vida que parece que tiene pulso, y algunos fallos orgánicos o catástrofes tan naturales como las cumbres más altas o las cascadas más suaves. Vida que te trae sin preguntarte, te lleva sin esperarte, pero te regala la existencia, y con ella la razón y el amor.
Dios es la vida. Nuestra vida es parte de Dios. La vida de todos es Dios.
Dios es lo que ignoramos (¡siempre ignoramos!, pero ¿por qué? La filosofía delinea la ignorancia). Dios es esa energía que ha guiado a la humanidad hacia el triplete platónico. Hay un progreso, y no es fortuito: estamos encaminados hacia algo superior, porque si estuviéramos orientados hacia lo inferior o terrenal, habríamos ido en picado, pero evolucionamos. ¿Por qué dejamos de ser chimpancés? ¿Por qué sólo sobrevive lo mejor? ¿Por qué tenemos ideas que triunfan cuando son buenas? ¿A qué nos atenemos para diferenciar lo bueno y lo malo? ¿Por qué se nos eriza el vello cuando algo nos parece bien, se nos dilatan las pupilas cuando vemos lo que queremos, por qué amamos la verdad? Algo hay, ¡seguro! Y ese algo escapa a nuestra comprensión racional. Sólo se puede ser ateo siendo estrictamente racional, tanto que ni se tenga en cuenta todo el espectro emocional de la vida. Si quieren explicármelo con conceptos de relaciones químicas entre neuronas, me da igual. Ese, amigos míos, es Dios encarnado en el hombre. El sentimiento escapa a la lógica por una razón: el Principio o Primer motor no está ahí para ser racionalizado; existe para no ser jamás comprendido en vida, sino sólo contemplado. Y si no hay Dios os digo, hermanos (XD) ¿vivimos en un mundo triste y sin sentido? Si no hay religión correcta, ¿hay al menos una concepción de Dios acertada? Por supuesto que no. Hay una solución entre el agnosticismo y el ferviente devoto: creer en la vida. La vida es sueño, dice el motivado (gesto de José Mota en el cansino histórico, saludando con la mano por debajo de la rodilla )... pues despiértate, ¿no? La vida es tan real que duele vivirla, cuando no proporciona lágrimas de placer o llanto de indiferencia. Podría escribir libros intentando detallar en qué consiste Dios para mí, y seguiría equivocándome ineluctablemente. Pero algún día acertaré, lo sé, porque el camino correcto es aquel que no cierra puertas, sino que las abre. Y cerrarle la puerta a Dios en la cara debe estar feo, teniendo en cuenta que la naturaleza, la ciencia, la vida, el espíritu, la "energeia" griega, la evolución, la afirmación, la verdad y la magia infinita de la Razón, Dios, al fin y al cabo, nos ha dado la oportunidad de abrir estas puertas, cerrar otras ventanas, mirar lo que nuestro alma quiera y pasearnos por el mundo contemplando con media sonrisa y mirada profunda lo que hay detrás de cada realidad. "Los ojos del alma se encaminan hacia aquello que se ama" – San Agustín.
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